viernes, 3 de septiembre de 2021

Moody's: Historia de Nuestra Calificación Crediticia

De esta manera ha evolucionado, a criterio de la agencia Moody's, la calificación crediticia peruana en los últimos veinticinco años.

Nuestro país comenzó a ser evaluado en febrero del año 1996, con una calificación B2 (la misma que hoy tienen Bolivia y Costa Rica). Luego, en febrero del 98 entró en observación para una posible mejora, y un mes después la logró, ascendiendo dos escalones, hasta Ba3.

Después pasó casi una década, luego de la cual tuvo sus mejores años, con alzas continuas. Así, en julio del 2007 fue promovido a Ba2, en agosto del 2008 a Ba1, y en diciembre del 2009 a Baa3, obteniendo el ansiado Grado de Inversión.

Tras eso, y luego de haber sorteado mejor que la mayoría de países latinoamericanos la gran crisis subprime que remeció al mundo, en agosto del 2012 volvió a ser premiado con una mejora, al nivel Baa2.

Y dos años después, en julio del 2014, esa mejora se intensificó, pues fue ascendido dos escalones de un solo golpe, hasta el nivel A3, colocándose en el segundo lugar latinoamericano, solo detrás de Chile.

Allí permaneció los últimos siete años, sin subir, pero también sin caer, pese a los innumerables factores en contra surgidos en el camino, entre ellos el destructivo fenómeno del Niño Costero, el escándalo de corrupción de Odebrecht, las nefastas pugnas entre el Ejecutivo y el Congreso que provocaron la dimisión de Kuczynski, la disolución del Congreso, la terrible pandemia y la vacancia de Vizcarra. La super sólida economía peruana, con sus impecables fundamentos, resistió todo eso sin alterarse demasiado, y por ende sin ver mayormente comprometida su situación fiscal y de deuda, claves en el análisis de las calificadoras. La pandemia la obligó a un gran gasto fiscal y a un gran déficit, pero en el marco del modelo todo apuntaba a una paulatina normalización, de la mano del crecimiento y el alza de las exportaciones y la recaudación.

Pero ahora el panorama ha cambiado dramáticamente, debido a la presencia de un nuevo gobierno que no aspira a mantener esos factores que dieron fortaleza a nuestra economía, sino más bien a cambiarlos radicalmente. Así las cosas, y a la luz de lo que ello podría implicar a mediano y largo plazos en los temas mencionados en el párrafo anterior, las agencias se están poniendo mucho más cautelosas.

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