Felizmente, así viene ocurriendo, como lo demuestra este gráfico del BCR, que señala que el 24 de febrero la cotización llegó a US$ 4.21 la libra, con un incremento de 10.4% en la última semana, 17.9% en lo que va de febrero y 20.0% en lo que va del año.
Pero la cifra se quedó corta, pues el precio no se detuvo allí, y ayer 25 llegó a US$ 4.36, su nivel más alto desde agosto del año 2011. Y muy probablemente continuará subiendo.
Esa situación se debe a las mejores perspectivas que están teniendo lugar a nivel global luego del terrible año 2020, y que se basan en fundamentos muy importantes.
Uno de ellos es la reactivación económica que viene registrando China, al ser uno de los países que más rápido están logrando dejar atrás la pandemia. Otro es la expectativa generada por el anunciado plan de estímulo del nuevo gobierno de Estados Unidos.
Esa recuperación de los precios encuentra a nuestro país en muy buena situación en dicho sector, pues sus principales minas no han dejado de ampliarse y modernizarse, y la que será una de las más grandes (Quellaveco) está muy cerca de iniciar su producción. En realidad, nuestra minería del cobre se hallaba batiendo record de producción año tras año, lo que convirtió al Perú en el segundo productor mundial, y solo se detuvo debido a las restricciones impuestas por el gobierno en el afán de frenar los contagios.
Mejores precios y más producción de nuestro principal producto le significarán a nuestro país mayor ingreso de dólares, más reservas internacionales, mayor fortaleza del sol, más recaudación fiscal por mayores montos de impuestos, mejor posibilidad de mantener unas finanzas públicas equilibradas que impidan la inflación, más posibilidad de volver a acumular cuantiosos ahorros como los que permitieron afrontar los enormes costos de la pandemia, más capacidad para hacer gasto social y obra pública, más canon y más regalías para las regiones productoras y un largo etcétera.
Si el Perú no comete el error de elegir en abril a alguien que intente modificar la excelente Constitución que rige hoy o el plan económico de libertades y apertura que lo sacó del estatista y controlista desastre previo y lo enrumbó por el camino de la estabilidad macro y el crecimiento sostenido, podría volver a aprovechar magníficamente el alentador panorama internacional que se comienza a avizorar, tal como ya lo ha hecho varias veces en las últimas décadas.
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