Allí se observa lo notables que vienen siendo las cifras actuales: no solo han dejado muy atrás a las del calamitoso año anterior, sino también ya vienen superando claramente a las de los años 2018 y 2019, cuando la pandemia aún no asolaba al mundo.
La inversión pública, llevada a cabo con los abundantes recursos disponibles gracias a los ahorros previos y al fluido acceso al crédito internacional, en el marco de un modelo económico sano y responsable, ha sido fundamental para ese logro. Tal como también lo está siendo, cada vez con mayor intensidad, la inversión privada (la más importante y masiva de las dos), que este año se ha reactivado en los grandes proyectos de transportes, energía, minería, inmobiliario y otros, y en los de millones de empresarios y emprendedores de todos los tamaños y rubros, deseosos de volver a levantarse.
Ojalá el nuevo gobierno no tome decisiones que perturben esa virtuosa secuencia de hechos, para que no solo la Construcción sino todos los sectores puedan llegar lo más rápido posible al nivel previo a la aparición del virus, y luego vuelvan a convertir al Perú, tal como en la mayor parte de este siglo, en uno de los dos o tres países de más rápido crecimiento de América Latina.
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