En efecto, como bien lo señala Tafur, el referido sujeto se esforzó al máximo para destruir la tecnocracia, repletó de incompetentes el gobierno y se dedicó al pillaje, delinquiendo sin parar desde el primer hasta el último día de su desastroso mandato. Lo hizo en complicidad con la izquierda más trasnochada, el filosenderismo, el narcotráfico y los dictadores (y aspirantes a dictadores) de los países de la región.
Con el sombrío panorama político y económico que instaló, y con su mensaje cargado de cinismo, odio, divisionismo y victimización, el rufián de marras le arruinó al Perú su bicentenario. Y le sigue ensombreciendo el panorama con la violencia que se está viendo en la actualidad, que él promovió todo el tiempo con sus llamados a la confrontación, y más recientemente con su malsano intento de dinamitar el gobierno de su legítima sucesora.
Es importante no dejar de señalar los execrables hechos perpetrados por este delincuente y golpista. No solo para tenerlos bien presentes, sino también para enrostrárselos a los que dentro y fuera del país continúan creyendo o siendo cómplices de sus embustes.
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