Una de esas es la Línea Amarilla, vía expresa que partiendo del centro de Lima llega, por la ruta de la avenida Morales Duárez, hasta poco después de la avenida Universitaria, a unos cuatro kilómetros de donde se ubicará la nueva terminal aeroportuaria.
La Municipalidad del Callao acaba de proponerle a la concesionaria la ampliación de su ruta, para que llegue hasta la avenida Gambetta, en la provincia constitucional, sirviendo a muchos miles de personas más y convirtiéndose en una nueva gran alternativa de movilidad para los chalacos y los numerosos usuarios actuales y futuros del aeropuerto. Y la empresa se ha mostrado dispuesta a ejecutar el proyecto.
Eso es muy cierto. La ciudad requiere que un proyecto tan importante como el nuevo aeropuerto sea atendido como corresponde, con la mayor cantidad de vías posibles, y no concentrando todo en una sola avenida como la Santa Rosa, cuyo potencial de mejora y desarrollo quedaría destruido con el viaducto que se le pretende construir encima.
En aras de ese objetivo, la Línea Amarilla (que ha demostrado su utilidad permitiendo un gran ahorro de tiempo) debe ser extendida hasta la avenida Gambetta, lo que también le permitiría interconectarse (en concordancia con los planes de desarrollo de la ciudad) con la ruta que sale hacia Ventanilla.
En el mismo paquete de mejora de rutas se debería considerar a las avenidas Faucett, Colonial, Tomás Valle, La Marina, Javier Prado, Haya de la Torre y todas las demás capaces de contribuir a tal efecto, convirtiéndolas en ágiles corredores viales, mejorando su geometría y diseño y dotándolas de medios (por ejemplo modernos sistemas de semaforización) que permitan una mayor fluidez.
Se debe hacer eso teniendo en cuenta que los cientos de miles de usuarios (viajeros y trabajadores) del aeropuerto no solo requerirán emplear la ruta de la Costa Verde, sino también todas las demás. Muy probablemente la mayoría de los numerosos trabajadores de la futura Ciudad-Aeropuerto (que a lo largo de un kilómetro le dará frente a la avenida Morales Duárez y al río Rímac) provendrán del Callao y del cono norte de la ciudad. Es obvio que se requiere pensar en algo mucho más integral, importante y útil que el absurdo viaducto. La avenida Santa Rosa y todas las mencionadas deben convertirse, simultáneamente y en conjunto, en una gran red de vías conectando a la ciudad con el aeropuerto, por medio de un plan que las mejore, y no con proyectos que las destruyan urbanísticamente y perjudiquen gravemente a quienes viven en sus proximidades.
Esa red vial debe ser complementada lo más rápido posible con la línea 2 del Metro de Lima, y con la 4, cuyo tramo desde La Colonial hasta Santa Anita (que pasará por Faucett, La Marina y Javier Prado) debe ser priorizado. En ese mismo marco de cosas se debe priorizar la conexión entre la nueva terminal aeroportuaria y la estación Aeropuerto de dicha línea, ubicada en una zona de gran potencial, no solo por su densidad poblacional y ser punto de encuentro de dos importantes avenidas, sino también por los proyectos que sin duda se desarrollarán en la antigua terminal y en sus inmediaciones.
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