Es que su tramo, ubicado entre las avenidas Guardia Chalaca y La Colonial (y colindante con el colegio General Prado y la Universidad del Callao), es (ver foto satelital al inicio) el que mejor luce, gracias a una vistosa alameda con numerosos árboles, los cuales desaparecerían si se construyera la gigantesca mole de 31 metros de ancho y seis carriles.
Ese enorme viaducto elevado, sostenido por innumerables y anchísimas columnas, oscurecería y degradaría irremediablemente la avenida, desplomando el valor de las propiedades adyacentes y convirtiéndose en un espacio propicio para que proliferen la delincuencia y la suciedad.
Anteriormente también se ha pronunciado un par de veces, secundando la opinión de la ciudadanía, el alcalde del Callao. Pero falta que lo haga como corresponde, de una manera mucho más rotunda.
Es decir, las tres autoridades representantes de los lugares por los que pasaría la horrible estructura ya se manifestaron. Todas ellas respaldando la posición de quienes no quieren ver techados, y destruidos urbanísticamente, los cuatro kilómetros de una de las principales avenidas chalacas, precisamente cuando la apertura de sus dos extremos, hacia la Costa Verde y hacia el aeropuerto, le abren las oportunidades de desarrollo y mejora que no había tenido hasta ahora, en que había permanecido taponada por ambos extremos.
El MTC debe desechar su nefasto proyecto, que nunca debió haber pasado siquiera la primera evaluación. La nueva terminal del aeropuerto se debe conectar con la ciudad a través de las múltiples vías vinculadas a ese flujo, que a estas alturas deberían estar siendo adecuadamente preparadas para tal efecto, en lugar de que se siga perdiendo el tiempo buscando sacrificar y destruir una importante arteria chalaca.
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