Eso dice el duro comunicado que acaba de publicar el Consejo Empresarial Mexicano frente a la impertinente actitud del presidente de ese país frente al gobierno peruano.
Es que en su necio afán de continuar defendiendo al delincuencial y golpista Pedro Castillo, y cuestionar el legítimo mandato de la presidenta Boluarte (actitud plasmada en su terca negativa a entregar al Perú la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico, y de efectuar permanentemente declaraciones ofensivas y falsas únicamente basadas en su sesgo ideológico), el referido personaje está enturbiando gravemente las relaciones, no solo diplomáticas sino también económicas, de ambos países.
Con ello está afectando especialmente a los empresarios y trabajadores de su propio país, teniendo en cuenta que México se beneficia mucho de la vinculación bilateral, pues por ejemplo tiene un gran superávit comercial con el Perú, y cuantiosas y rentables inversiones en sectores claves de nuestra economía (como minería y telecomunicaciones).
Y mientras dice estar abogando por la democracia peruana, el mencionado sujeto no deja de elogiar y encubrir con vergonzosa complicidad a varios de los más impresentables autócratas de la región, en una escandalosa muestra de su doble rasero e inconsecuencia.
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