Nuestro banco central, como los otros de su tipo, efectúa su manejo monetario procurando delicados equilibrios en materia de precios, crecimiento de la producción y movimiento de capitales en el sector externo.
Con ello evita, por ejemplo, que un nivel demasiado bajo de la tasa de referencia genere presiones inflacionarias, que uno demasiado alto restrinja excesivamente el crédito, o que una alza o baja propicie bruscas entradas o salidas de capitales especulativos (de corto plazo).
Luego, a través de los créditos de corto plazo que otorga a las entidades financieras, induce a que el costo del dinero se acerque al nivel señalado.
Si bien es deseable mantener sin variaciones la tasa, para que los agentes económicos tengan una señal clara de estabilidad en materia del costo del dinero, en ocasiones se hace imperativo modificarla ligeramente, con el fin de contribuir a que la economía enfrente con éxito situaciones adversas. Así, cuando esta muestra indicios de enfriamiento, el banco central suele reducir la tasa, en tanto que cuando muestra signos de recalentamiento (reflejados en una creciente inflación), más bien la incrementa.
En la actualidad, el mayor problema de la economía mundial ya no radica en el frenazo que tuvo debido a la pandemia, sino en la inflación global. Esta ya no se explica únicamente por la gran cantidad de liquidez que liberaron los bancos centrales para luchar contra la desaceleración, sino también por el terrible desarreglo de los mercados de petróleo, gas, alimentos y fertilizantes a partir de la brutal invasión a Ucrania por parte de Rusia. En el Perú la inflación anual está completamente fuera del rango meta, muestra de lo cual es que en mayo ha continuado cercana al 9%, haciendo inevitable que el BCR volviera a elevar su tasa de referencia.
Luego, a través de los créditos de corto plazo que otorga a las entidades financieras, induce a que el costo del dinero se acerque al nivel señalado.
Si bien es deseable mantener sin variaciones la tasa, para que los agentes económicos tengan una señal clara de estabilidad en materia del costo del dinero, en ocasiones se hace imperativo modificarla ligeramente, con el fin de contribuir a que la economía enfrente con éxito situaciones adversas. Así, cuando esta muestra indicios de enfriamiento, el banco central suele reducir la tasa, en tanto que cuando muestra signos de recalentamiento (reflejados en una creciente inflación), más bien la incrementa.
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