Así como nos satisfizo verlo regocijarse por la positiva evaluación de una agencia a la que la izquierda radical suele acusar de defensora a ultranza del sistema capitalista, hoy nos satisface observarlo acogiendo en Palacio a una de las máximas leyendas del rock mundial. La mención es pertinente al recordar la actitud mostrada en los años 60 y 70 por el dictador Velasco, quien, llevado por su intolerante radicalismo de izquierda, absurdamente estigmatizó al rock y a otras expresiones artísticas provenientes de Estados Unidos, Inglaterra y otros países capitalistas desarrollados, calificándolos como movimientos "decadentes" y de "alienación cultural".
El desarrollo de los países no pasa por encapsularse y, chauvinistamente, pretender que solo lo hecho en casa, con las tradiciones e idiosincracia propias, es aceptable. El desarrollo requiere de apertura mental, y de aceptar que las expresiones provenientes del resto del mundo también resultan sumamente positivas para expandir la visión nacional y aportar culturalmente. Recibir bien en casa a un ícono de la música mundial no tiene nada de alienado, como se pretendió hacer creer en esas lamentables épocas de intolerancia y nacionalismo mal entendido. Por lo demás, su presencia en el Perú (al igual que la del también legendario Paul McCartney) le hace mucho bien a la imagen de nuestro país, pues lo presenta como un lugar al que se puede venir tranquilamente, ya sea a ofrecer un multitudinario concierto, a hacer turismo y descansar, o probablemente a realizar alguna inversión.
Si bien el presidente Humala nos preocupó hace algún tiempo con su declarada admiración por el dictador Velasco, ahora nos viene sorprendiendo gratamente, al estar mostrando un distanciamiento, no solo en lo económico, sino también en otros campos, de lo hecho por el referido nefasto personaje.
Foto: Presidencia
Excelente nota estimado Egúsquiza.
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