Desde las formas hasta el fondo, todo es muy distinto. Ahora sí con una exposición en la que estuvieron todos los medios de prensa de todas las tendencias, preguntando todo lo que querían. Con un lenguaje conciliador propio de un gobierno de talante democrático y no uno prepotente y agresivo propio de una dictadura en ciernes. Con una presidenta que sí sabe articular frases y pensamientos, y que sí parece tener nociones siquiera mínimas acerca del rol que le corresponde y de los objetivos de su gobierno. Con propuestas sensatas, como las de buscar consensos con las demás fuerzas políticas, privilegiar la meritocracia y no insistir con disparates como el de la Asamblea Constituyente. Con un primer ministro interesado en tender puentes, y no en crear divisiones y atizar odios, como hacía el lunático Torres.
No se sabe lo que hará Boluarte en el año y medio que será presidenta, ni se puede poner las manos al fuego por ella en ningún aspecto. Pero lo visto hasta ahora deja claro que el Perú dio hace un mes un enorme paso hacia la institucionalidad democrática.
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