lunes, 9 de enero de 2023

El "Gran Logro" de los Violentistas

Haber llevado al turismo cusqueño a una situación de virtual colapso, que implicará dramática caída de ingresos y miles de empleos perdidos.

Ese es el gran logro del violentismo impulsado por la izquierda radical, siempre dispuesta a generar conflictos y destrucción en el afán de imponer su nefasta ideología, la misma que no se cansa de pulverizar economías y democracias, para imponer su totalitarismo que siempre conduce a la ruina y a la tiranía.

Felizmente, la inmensa mayoría de peruanos rechaza y condena esa violenta y fracasada ideología, pues tiene claro que lo único que permite la mejora y el desarrollo es el trabajo esforzado en un entorno de estabilidad que permita el avance sostenido. Un entorno como el que el Perú ha tenido en las últimas tres décadas, y que le han permitido progresar como nunca antes, reduciendo notablemente la pobreza y ampliando su clase media.

Lamentablemente, hay zonas del país donde aún no se entiende esto, y se le sigue dando cabida a posiciones absurdas y mil veces fracasadas, que solo producen resultados tan negativos como el que motiva esta nota. Por el bien de esas mismas zonas, eso tiene que cambiar.

5 comentarios:

  1. Buenos días. ¿Algún comentario sobre las muertes que están sucediendo a manos de las fuerzas armadas?

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    1. Nuestra posición es clara, y está reflejada en lo comentado en el artículo. Los grandes responsables de la violencia y las muertes son los grupos radicales, que camuflados en el legítimo derecho a protestar llevaron las cosas al terreno del bloqueo de carreteras, la destrucción de locales públicos y privados, el incendio de vehículos y casas, el saqueo de establecimientos comerciales, el ataque con explosivos y bazukas artesanales a las comisarías, la muerte y lesiones graves de policías y el intento de tomar el aeropuerto de Juliaca. Frente a eso, el Estado tiene, por mandato constitucional y por intermedio de la policía, la obligación de repeler esas acciones de nivel terrorista y restablecer el orden. En el cumplimiento de esa obligación en defensa de la ciudadanía no violenta, han ocurrido hechos lamentables, que deberán ser investigados por la fiscalía, para determinar responsabilidades. El Perú no puede ni debe ceder ante el chantaje de los grupos delincuenciales y extremistas, esta vez azuzados por impresentables como Evo Morales, cómplice y socio externo de los delincuentes Castillo, Cerrón y Bermejo. Si los violentistas no hubieran recurrido a esas execrables acciones, hoy no habría ni una sola muerte que lamentar.

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    2. Por lo anterior entiendo que para usted un aeropuerto vale más que una vida. Queda clara su posición. Gracias por su honesta respuesta que en absoluto comparto.

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    3. Su respuesta demuestra que usted no atendió nada de lo dicho, ni hizo el menor esfuerzo por entenderlo. Por ende, deduce de manera falsa y antojadiza, llevado por su evidente sesgo. Es obvio que una vida humana vale más que mil aeropuertos. Pero eso no es lo que está en discusión, sino si un país debe ceder al chantaje de grupos que, no conformes con ejercer una legítima protesta, se dedican a perpetrar todo tipo de actos de violencia y destrucción, en el afán de defender a un delincuente y golpista como Castillo, tirarse abajo a un gobierno legítimo e imponer (con el auspicio de impresentables como Cerrón, Bermejo y Morales) su proyecto totalitario. Eso es lo que está en juego en estos momentos, y no lo que señala la izquierda radical en su ultra conocida y cínica estrategia de propiciar muertes para luego traficar con los cadáveres. Usted está en su derecho de obviar olímpicamente esa destrucción de nivel terrorista y llevar todo, muy deshonestamente, al plano de la victimización, pero no espere que la gran mayoría del país (que conoce bien lo que fue el terrorismo y que es testigo de cómo la izquierda radical destruye democracias y arruina economías) piense lo mismo. Aquí finaliza esta discusión.

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  2. La corrupción es condenable venga de donde venga. Por eso aquí hemos condenado desde siempre la que perpetró Fujimori, y que con justicia lo tiene pagando una larga condena. Con la misma vara ahora condenamos la de Castillo, un mequetrefe que desde el primer día se dedicó a saquear el erario público, y que no conforme con eso decidió dar un golpe de Estado para impedir que la justicia lo pusiera donde merece estar: la cárcel.
    Y en ninguna parte hemos condenado a la izquierda en su totalidad. Nuestra condena es solo a la izquierda radical, aquella que ha perpetrado todos los actos terroristas que acabamos de ver, apedreando vehículos, bloqueando carreteras, amenazando o golpeando a quienes no se unen a su radicalismo, atacando comisarías con explosivos, incendiando locales públicos y privados, saqueando centros comerciales, calcinando a un policía en su patrullero, propiciando la muerte de un recién nacido y tomando aeropuertos. Esa izquierda destructiva y violentista, y además apañadora de sátrapas autócratas como Castro, Chávez, Maduro, Ortega y Morales merece todo el repudio, mucho más cuando tiene el cinismo de victimizarse frente a la legítima acción policial, y de traficar con los cadáveres que ella misma propició con su descarado azuzamiento.
    La izquierda decente y moderada es otra cosa, muy distinta. Esa izquierda de Alfonso Barrantes, Enrique Bernales, Ricardo Lagos, José Mujica o Richard Arce, o la que se alterna en los gobiernos en Europa occidental sí es totalmente aceptable y bienvenida en el juego democrático, aunque no se comulgue con todas sus ideas, especialmente aquellas económicas. Lamentablemente la izquierda peruana, en lugar de optar por esa línea democrática, ha preferido hacerlo por la de Cerrón, Bermejo, Castillo y demás radicales impresentables, asociándose con ellos en su nefasto y delincuencial gobierno o apañándolos o blindándolos, como hacen sin ninguna vergüenza Verónica Mendoza, Sigrid Bazán, Roberto Sánchez y otros. Mientras eso no cambie, esa izquierda no merecerá ningún respeto.
    En cuanto a los negocios narcos, no ponemos las manos al fuego por ningún Fujimori. Que vayan presos si así lo determina la justicia luego de las investigaciones. Pero ahora estamos juzgando las acciones de un gobierno con el cual los Fujimori no tienen nada que ver. Cuando acusamos a los actuales perpetradores de la violencia de complicidad con el narcotráfico es por la sencilla razón de que Bermejo, uno de los cabecillas de la organización criminal llamada Perú Libre, y uno de los principales azuzadores, no conforme con decir que la democracia es una pelotudez y de pretender imponer a como dé lugar su nefasta asamblea constituyente como punta de lanza de un estado totalitario, se ha pasado la vida pidiendo la expulsión de la DEA, la neutralización de las ffaa y de cuanto impedimento haya para que el negocio de la coca (que es sinónimo de narcotráfico, pues allí es que va a parar el 98% de la producción de coca) de sus amigos y socios del VRAEM y otros valles florezca sin ningún control, en la línea de lo que proponen sus impresentables socios Bellido y Morales.

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