De esta manera, el indicador, que se hallaba en 6.50% a inicios de año, y que había estado decayendo sostenidamente a lo largo del año, hasta alcanzar el 1.25% en agosto, se mantiene en este último nivel.
Obviamente, la decisión también responde a la constatación de que la inflación se mantiene en un nivel sumamente diminuto, que permite proseguir con una tasa de interés considerablemente baja.
Siempre que la economía no dé alguna señal de decaimiento, es muy probable que la tasa actual se constituya en el piso a partir del cual quizá luego comience a subir lentamente, hasta alcanzar un nivel más sostenible en el largo plazo, capaz de mantener alejado el riesgo inflacionario.
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