De eso dan fe estos vídeos, repletos de casos de ciudadanos de ese país padeciendo los efectos de una inflación descontrolada, cuya tasa anual acaba de llegar a 102.5% en febrero y apunta a seguir creciendo. Dado que el fenómeno se ensaña especialmente con los más pobres, cuyo único ingreso es un salario que pierde capacidad adquisitiva todo el tiempo, se entiende perfectamente lo que muestran las imágenes.
La causa de esa crítica situación del país es el empecinamiento de la inmensa mayoría de gobiernos de los últimos setenta años en aplicar un modelo económico heterodoxo, repleto de estatismo, demagogia, gasto público descontrolado, subsidios indiscriminados, leyes laborales absurdas, burocracia estatal parasitaria, mercantilismo, controlismo y proteccionismo. Un modelo que inexorablemente termina, como les consta a los argentinos de las últimas cuatro generaciones, en enormes déficits fiscales, inflaciones crónicas muy elevadas o hiperinflaciones, devaluaciones que pulverizan la moneda y deudas gigantescas que convierten al país en uno de los mayores defaulteadores del mundo.
Mientras casi todos los países de América Latina aprendieron en las últimas décadas del siglo XX a evitar a toda costa esas distorsiones y desequilibrios, Argentina persiste asombrosamente en el error, y eso la está llevando a un penoso e interminable proceso de declive de largo plazo, que ya la tiene a mitad de tabla latinoamericana en cuanto a ingresos por habitante y con proyección a seguir descendiendo.
Felizmente, no todo está perdido para ese país, poseedor de la tercera economía más grande de América Latina. Ocurre que en octubre de este año habrá elección presidencial, y esa será una oportunidad de oro, quizá la última, para corregir el gravísimo problema, dando un giro de 180 grados sobre lo que ha venido haciendo.
Ello pasa por echar del poder al nefasto peronismo-kirchnerismo y elegir un gobierno liberal, para que aplique un radical programa de estabilización y un enorme paquete de reformas estructurales en todos los ámbitos, para cambiar por completo de modelo económico, pasando del desastroso existente hoy a uno de libre mercado y total apertura. Un modelo como el que les permitió a Chile y el Perú dejar atrás sus desastres anteriores y convertirse en dos de los países que crecen más sostenidamente y con menor inflación en la región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario