Su nivel varía por efecto de la evolución de los diversos flujos del sector externo: comerciales y de servicios, inversión extranjera, remesas y otros factores que inciden en la balanza de pagos (cuyo saldo se traduce en la variación de las reservas), todos los cuales, a su vez, se ven influidos por lo que ocurre en el panorama global, por ejemplo lo visto a partir de la brutal invasión de Rusia a Ucrania.
Como lo dicen estos datos, publicados por los respectivos bancos centrales, la mayoría de países de la región consignan montos mayores a los de fines del año pasado. Pero varios lo han disminuido, siendo notorio el caso de Argentina, que (pese a una leve recuperación en agosto) las mantiene en un monto que apenas equivale al 60% de aquel.
Brasil, con US$ 344,177 millones, es el indiscutible líder regional, superando por una gran diferencia a México.
A nuestro país le siguen, a gran distancia, Colombia, Chile y Argentina. Cabe señalar que el dato de este último país no es comparable con los demás, pues se refiere a las reservas brutas, de las cuales hay que restar los grandes pasivos a corto plazo de su banco central, resultando un monto neto mucho menor, que refleja su muy precaria posición financiera y es una de las causas de la enorme debilidad de su moneda. Si se considerara la cifra de reservas netas que estiman los especialistas, el país figuraría entre los cuatro o cinco últimos de esta tabla.
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