domingo, 18 de enero de 2015

Una Deuda Interna que estaba Pendiente

Así como el Perú tiene una deuda externa que viene honrando escrupulosamente, y que, gracias al buen manejo de las finanzas públicas, cada vez pesa menos en el presupuesto nacional, también tiene una deuda interna, derivada de múltiples obligaciones a personas naturales o jurídicas residentes en el país.

Una de esas deudas es la originada en el desaparecido Fondo Nacional de Vivienda (FONAVI), creado mediante el Decreto Ley 22591 de junio de 1979 (con el objeto de satisfacer en forma progresiva la necesidad de vivienda de los trabajadores en función de sus ingresos) y que estuvo vigente hasta agosto del año 1998. El aporte a éste lo efectuaban los trabajadores (dependientes e independientes), los empleadores y el Estado.

Lamentablemente, la profunda crisis económica padecida por el país entre dicha década y la que le siguió impidió el buen funcionamiento del plan, pues sólo pudieron ejecutarse algunos programas de vivienda, que beneficiaron a muy pocos de los centenares de miles de aportantes.

La gran mayoría de ellos vio con frustración cómo, pese a sus prolongadas y cuantiosas contribuciones, el sueño de la casa propia se esfumó. Y lo peor es que dichos recursos, que deberían haberles servido para disfrutar de tan ansiado patrimonio, quedaron virtualmente entrampados en las cuentas de un Estado que, a raíz de la referida crisis, había quedado en total incapacidad de devolvérselos.

Afortunadamente, el buen manejo de las dos últimas décadas fue permitiendo poner orden en las finanzas públicas, y comenzar a atender reclamos tan justos como el aquí comentado. Ello fue apuntalado en los últimos años por una ley que obliga al pago: la N° 29625, “Ley de devolución de dinero del FONAVI a los trabajadores que contribuyeron al mismo”. La norma, aprobada mediante un referendum, fue promulgada en diciembre del 2010. y reglamentada poco después.

Así, aunque lamentablemente con un terrible retraso, miles de compatriotas están gozando por fin de la satisfacción de tener de vuelta un dinero que con tanto esfuerzo y expectativa desembolsaron a lo largo de su vida laboral.

Aún quedan pendientes otras deudas del ámbito interno, la más conocida y cuantiosa de las cuales es la derivada de la ejecución de la Reforma Agraria en los años 70. En ella, el Estado expropió decenas de miles de hectáreas de tierras en la costa y sierra, entregando como pago a sus propietarios únicamente bonos, instrumentos que hasta hoy no son honrados (aunque felizmente ya hay en marcha un proceso para hacerlo).

Fotos: Andina

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