Sin duda, la casi nula actividad en los importantes proyectos de la Línea 2 del Metro de Lima, el gasoducto andino del sur y los aeropuertos internacionales de Chinchero y Lima, por problemas de diversa índole (desde los escándalos de Lava Jato y Odebrecht hasta la ineficiencia del gobierno para sanear y entregar terrenos) pasó la factura.
En el trimestre en mención hubo un saldo positivo de US$ 618 millones en lo que atañe a reinversión de utilidades (aquellas que en lugar de ser repatriadas se destinan a seguir ampliando la capacidad instalada y atender otros requerimientos) y uno de US$ 119 millones en lo referente a aportes y otras operaciones de capital (dinero fresco que entra a los proyectos o empresas). Lamentablemente hubo un saldo muy negativo de US$ 566 millones en lo concerniente a préstamos netos con la matriz (diferencia entre los montos de préstamos recibidos de ésta y los devueltos), que resultó decisivo para el magro resultado global.
Considerando lo obtenido en el segundo trimestre, el total acumulado en lo que va del año llega a US$ 2,565 millones, y el de los últimos cuatro trimestres a US$ 6,266 millones.
Afortunadamente, todo indica que este bache está en proceso de superación, pues así lo sugieren el destrabe de varios importantes proyectos (como el del metro y el aeropuerto de Lima) y la pronta ejecución de otros igualmente relevantes, como el de la gran mina de cobre de Michiquillay, beneficiado, al igual que otros emprendimientos mineros, por la recuperación de los precios de los metales.
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