Tres noticias muy positivas han tenido lugar en los últimos días, todas relacionadas con hechos ligados al nefasto gobierno de Pedro Castillo.
La primera es la reapertura de las vías de comunicación e infraestructuras básicas, bloqueadas o invadidas por las hordas de vándalos, que con sus destrozos, incendios y demás actos terroristas intentaron crear la falsa impresión de que el país estaba furioso por la vacancia del referido sujeto, cuando más bien apoyaba la decisión que había tomado el Congreso de echarlo del poder por golpista. El reinicio de las operaciones nocturnas en el aeropuerto de Arequipa (cuyas luces de balizamiento habían sido destrozadas por los violentistas) y la recuperación de una importante planta compresora de gas en La Convención, Cusco, son muestras de ello.
La segunda noticia positiva es el cese de 26 prefectos regionales, 188 subprefectos provinciales y 1,405 subprefectos distritales, que habían sido nombrados por el nefasto régimen para que le ayudaran a concretar, con el control político en las localidades de todo el interior del país, su proyecto antidemocrático. La medida se acaba de dar en conjunto con otras importantes remociones, de funcionarios de diverso nivel, en el fundamental Ministerio del Interior, que había sido convertido en un objetivo prioritario del mencionado plan.
Y la tercera es la detención de varios generales de la PNP vinculados a presuntos casos de corrupción referidos a ascensos irregulares en la institución. Escandalosos casos perpetrados con la venia y complicidad del delincuencial gobierno castillista.
El proceso de normalización y limpieza debe seguir, restableciendo el principio de autoridad, el orden y la paz en el quehacer nacional, y expectorando de la administración pública a los demás corruptos e incompetentes que llegaron con Castillo, y que durante año y medio degradaron el nivel de las entidades en las cuales estuvieron.
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