Hace pocos días, una noticia nos recordó los beneficios que produce el modelo económico actual, de libertades y apertura al mundo.
Fue una referida al envío a Japón, por parte de pequeños productores del Valle Sagrado de Los Incas (entre las provincias de Calca y Urubamba), de un primer cargamento de 183 toneladas de maíz blanco gigante de Cusco, producto famoso por su excelente calidad y el tamaño de su grano, y sus cualidades energéticas y nutricionales.
Como decíamos, el modelo genera beneficios. En materia de comercio exterior, el más importante está dado por los múltiples tratados de libre comercio (TLC) firmados por nuestro país, que le han abierto las puertas de los más grandes mercados del mundo, no solo el de Japón, sino también los de Estados Unidos, China, la Unión Europea y muchos más.
Esos TLC no solo les están propiciando una realidad y perspectivas muy alentadoras a las empresas grandes y modernas, como las agroexportadoras costeñas de uvas, paltas o arándanos. También se las están propiciando, como se comprueba en este caso, a los pequeños productores de la agricultura familiar de la sierra, que se suman, por su esfuerzo y la gran calidad de su producto, a la cadena exportadora, percibiendo la retribución que con toda justicia les corresponde.
Es decir, el modelo no es excluyente ni discrimina, y les abre las puertas a todos los dispuestos a participar y ser lo más competitivos posibles, tal como ya lo han venido siendo, con la consiguiente mejora de sus ventas, los exportadores de quinua, cacao, confecciones, artesanías, etc.
Según el SENASA, en lo que va del año el Perú ya ha logrado exportar 1,143 toneladas de ese producto cusqueño, quintuplicando la cifra del año pasado. De ese total, 870 fueron a diversos mercados de Europa y 90 toneladas a China. Y la demanda seguirá creciendo, abonando el camino para una mayor producción.
Fotos: Andina
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