Pero se había disparado desde el año pasado, debido a la pandemia. Esta había provocado una gran caída de la recaudación (ante el frenazo de la actividad económica) y obligado al gobierno a un enorme gasto (para ayudar a la población a sobrellevar la crisis e impedir que decenas de miles de empresas de todos los tamaños naufragaran, hundiendo con ellas a todo el sistema bancario). Por eso el dato acumulado de los últimos doce meses de dicho indicador, que en el año 2019 había sido menor a 2% del PBI, se incrementó vertiginosamente en el 2020, cerrando dicho período (ver gráfico) en cerca de 9%.
Felizmente, la economía se está recuperando con rapidez, y ello se está dejando notar en el referido indicador, que dejó de crecer y se estabilizó en enero y febrero. Y gracias a que el déficit mensual de marzo ha resultado 22% menor que el de similar mes del año pasado, la cifra acumulada ha comenzado a retroceder, por ahora de 8.9% a 8.7%.
Sin duda, la situación irá mejorando sostenidamente, teniendo en cuenta la gran fortaleza de la economía peruana, que será, gracias a sus sólidos lineamientos (que es indispensable preservar), una de las latinoamericanas que más rápido se recuperarán, tanto en su nivel productivo como en su desempeño fiscal y macroeconómico.
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