Todos ellos harán posible que Pisco sea el puerto eficiente y seguro que la región central del país siempre requirió, y que lamentablemente no pudo tener mientras estuvo en manos del Estado.
Durante ese período de varias décadas la ausencia de inversiones lo sumió en el abandono, el deterioro y la creciente pérdida de capacidades, muestra de lo cual es que no tenía ni una sola grúa, razón por la cual solo podían acoderar en él los buques que tuvieran las propias. Por eso fue dejando de ser opción para quienes requerían importar o exportar.
Ahora, gracias a una inversión privada de más de US$ 240 millones, el puerto ha sido mejorado en todos sus ámbitos, y por eso ya no solo tiene mayor profundidad, un largo muelle totalmente nuevo y con el doble de ancho y dos grandes y versátiles grúas móviles multipropósito, sino también amplios patios para contenedores (incluyendo refrigerados) y carga general, y grandes almacenes y talleres.
Por si fuera poco, en el transcurso de este año contará con su primera grúa pórtico, tal como ya las tiene, también por efecto de la inversión privada, el puerto de Paita, y como también las tendrán, por la misma razón, los de Chancay y Salaverry.
Con ello, la costa y sierra centro-sur del país han ganado para sí un puerto competitivo, capaz de atender sin problemas buques de grandes dimensiones. Un puerto que les permite acceder con facilidad a los insumos importados que requieren y exportar directamente su creciente producción, como la agropecuaria que se halla en auge o la industrial (por ejemplo las palanquillas de acero de la siderúrgica pisqueña). Luego de la pandemia, ese mismo puerto está destinado a ser la puerta de entrada para el turismo de cruceros, que está ansioso de arribar para visitar las Líneas de Nasca y la Reserva Nacional de Paracas.
Imagen: TPParacas
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