El último sondeo nacional de la empresa
IPSOS revela que la aprobación de la gestión del presidente Castillo ha caído a su nivel más bajo.
En efecto, entre enero y el mes actual ha disminuido ocho puntos, de 33% a apenas 25%. Y su desaprobación se ha disparado de 60% a 69%.
Esta mala noticia para Castillo está refrendada por el hecho de que ya no es aprobado ni siquiera en los ámbitos geográficos o sectores socioeconómicos que antes eran sus baluartes y tablas de salvación. Hablamos de la región sur y del sector socioeconómico E. En el primer caso su aprobación apenas iguala a su desaprobación (46% vs 46%), y en el segundo ya es notoriamente menor (41% vs 54%).
El presidente es desaprobado en Lima y en el interior, en los ámbitos urbano y rural, y en las regiones geográficas norte, centro y oriente (habiendo el ya mencionado precario empate en el sur). Asimismo es desaprobado por todos los niveles socioeconómicos, por hombres y mujeres y por todos los grupos de edades.
Esa desaprobación generalizada también está llevando a la población a considerar soluciones radicales. Por ejemplo, el 56% piensa que Castillo debería renunciar.
Y en el tema de la vacancia, los que estarían de acuerdo con ella ya son mayoría relativa, y los que opinan así más los que podrían estar de acuerdo con ella ya suman 53%.
Su clamorosa falta de preparación para el cargo, su absoluta falta de transparencia, su designación de pésimos ministros y funcionarios, los graves indicios de corrupción dados a conocer, la necedad de plantear absurdos como el cambio de Constitución y del modelo económico, su afinidad con grupos cercanos al terrorismo y al narcotráfico, su simpatía por impresentables como Cerrón, Evo Morales y otros, su inaceptable propuesta de plantear un referéndum para cederle soberanía a Bolivia y otros temas cuestionables le están pasando una aplastante factura.
Felizmente para él, la presión del Congreso y la población le han impedido apartarse del modelo económico vigente, lo que ha permitido que los precios y el tipo de cambio se estabilicen luego de una etapa de fuerte turbulencia y que los agentes económicos aún no pierdan por completo las esperanzas en el futuro. De no haber sido por eso, y haberse aplicado los desastrosos planteamientos de Perú Libre, la economía estaría sufriendo enormes sobresaltos y se hallaría en picada, y eso no solo habría generado terribles niveles de desaprobación en las encuestas, sino una grave convulsión social.
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