La balanza comercial tuvo un récord histórico, gracias especialmente a los mejores precios (reflejados en una gran mejora de los términos de intercambio) y también a los mayores volúmenes. Todo ello, gracias a la vocación exportadora del modelo, que tiene entre sus principales puntales los numerosos TLC que nos abren mercados.
Las reservas internacionales se beneficiaron de ese importante flujo de dólares y continuaron siendo abultadas, mostrando el mejor ratio RIN/PBI latinoamericano.
Y como felizmente el MEF impidió un desbande del gasto, el déficit fiscal bajó notablemente y se acerca a la normalidad, tras la gran alza autorizada en el 2020 para enfrentar los efectos de la pandemia.
En cuanto a la deuda pública externa, aumentó en el último trimestre, pero continúa en un nivel manejable. La cuenta corriente, que fue positiva en el 2020 (debido a la mínima inversión), volvió a ser negativa, pero está tendiendo a moderarse.
La inflación fue elevada (muy por encima del rango meta) debido especialmente al alza global de los alimentos y la energía. En cuanto al tipo de cambio, subió fuertemente, sobre todo en el tercer trimestre.
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