
Lo viene haciendo tratando de que el mayor movimiento de personas que la nueva situación está generando no eleve demasiado el número de contagios por el COVID-19, teniendo en cuenta que la batalla contra la enfermedad está muy lejos de haber sido ganada, y que cualquier descuido podría retrotraer al país a una situación difícil.
En ese marco de cosas, los medios de transporte a través de los cuales cientos de miles de peruanos se movilizan a sus centros de trabajo devienen en elementos a los que hay que prestar la máxima atención, para evitar que se conviertan en focos de propagación del virus.

Como se aprecia en los gráficos y documentos sobre el tema, las mascarillas y protectores faciales, la desinfección de manos y calzado, la toma de temperatura y el distanciamiento social jugarán un rol fundamental. Lo mismo se puede decir de las disposiciones acerca de la cantidad máxima de personas, o la obligación de instalar cortinas plásticas entre pasajeros en los buses interprovinciales, o de presentar declaración jurada de salud.
Si nuestro país logra que estos medios de movilización masiva de las personas cumplan su fundamental misión sin generar el negativo efecto mencionado, habrá dado un enorme paso en su objetivo de reactivar la economía sin que la lucha contra la enfermedad se descontrole.
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