Las finanzas públicas, que tienen que ver con los ingresos y egresos del gobierno, generaron una buena noticia al momento de finalizar el año.
Es que el déficit fiscal acumulado (medido por el resultado económico del sector público no financiero) cerró en 2.7% del producto bruto interno (PBI). Así lo acaba de dar a conocer el Banco Central de Reserva (BCR) en su más reciente informe.
La cifra representa una notoria mejoría frente al nivel de 3.4% al que había llegado en agosto, después de haber mostrado una tendencia negativa que se inició el año 2013, cuando el país comenzó a sentir los efectos de la desaceleración a partir de la crisis internacional que bajó los precios de nuestros principales commodities.
Además, ha significado que el gobierno logró con comodidad la meta que se había propuesto, de cerrar el año con un déficit de 3% del PBI.
Tal como se aprecia en el siguiente cuadro, en diciembre los gastos no financieros cayeron en términos reales mucho más que los ingresos corrientes (14.3% versus 2.6%), permitiendo mejorar un poco más el resultado final, que terminó con una reducción real de los ingresos sólo levemente mayor que la de los gastos (4.2% versus 2.2%).
Esta buena noticia en el campo de las finanzas públicas se suma a otras que se ha ido conociendo en los últimos días. Por ejemplo, que la economía logrará crecer cerca de 4% (la tasa más alta entre las principales economías latinoamericanas), que la inflación sólo se excedió levemente del rango meta, con una tasa (3.23%) significativamente menor que la del año 2015 y que la balanza comercial registrará un nada desdeñable superávit, dejando atrás dos años de saldos fuertemente deficitarios (como el del 2015, que fue negativo en US$ 3,150 millones).
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