Ello es así, en primer lugar, porque pone punto final a una inquietante discusión (que afectaba el clima de tranquilidad que se requiere en un negocio tan sensible y de inversiones multimillonarias como este) y define completamente las cosas. Pero también porque, al despejar las dudas previas, permite reactivar varios grandes proyectos gasíferos que el país se había formulado en el momento inicial y que, lamentablemente, luego habían quedado afectados por la incertidumbre.
El problema se había originado en una muy errada decisión del gobierno del presidente Toledo, que había aceptado que el gas del Lote 88 (el más importante de todo el proyecto Camisea, pues alberga más de 9 trillones de pies cúbicos, o TCF), garantizara el contrato de exportación a México, en caso de que el hidrocarburo del vecino Lote 56 no alcanzara para cubrir los 2.5 TCF contemplados en el compromiso. Obviamente, no todo el gas del referido lote había quedado comprometido: solo lo estaba una pequeña parte de este, la requerida para cubrir la garantía.
Gas del Lote 88: exclusivamente para el consumo interno.
Dado que el gas de dicho lote, a diferencia de los de otros, tiene un régimen especial de precios regulados (establecido precisamente para favorecer al consumidor nacional), su probable exportación resultaba una total incongruencia, y generaba malestar, máxime cuando ya había grandes planes para su uso masivo en el mercado interno. Además de emplearlo para la generación de energía (ya abastece un tercio de la demanda eléctrica), y para el consumo industrial, residencial y vehicular (con más de 130 mil vehículos ya adaptados a su uso), se preveía emplearlo para acometer dos de los más grandes proyectos nacionales: la creación de una industria petroquímica y la construcción del gasoducto andino del sur.
Pero tenerlo parcialmente prendado obstaculizaba su uso, no solo en estos dos grandes emprendimientos, sino inclusive en las actividades anteriormente mencionadas, tal como ya había ocurrido con varias empresas industriales que, habiendo solicitado gas para que sustituyera al petróleo en sus respectivos procesos productivos, no habían podido obtenerlo.
Afortunadamente, el tiempo fue actuando a favor de los intereses del país, pues, de la mano de sus inversiones en exploración, pero también presionadas por el gobierno anterior y el actual, las empresas integrantes del consorcio han ido descubriendo nuevas reservas en sus lotes, que a la fecha les permitirían cubrir bastante bien su compromiso exportador, y, por ende, liberar al Lote 88. Eso explicaría su comunicación dirigida al gobierno (mencionada en el Decreto Supremo 008-2012-EM) en la que le hacen saber que ya no requieren de esa específica garantía. Si bien allí proponen suplirla con gas de otro lote, parece razonable pensar que ya han cubierto sus necesidades y no requieran de esta (es importante recordar que a fines del 2009 el Lote 56 ya tenía una reserva.probada de 2.4 TCF y una probable de 1.2 TCF). Quizá en las próximas semanas haya noticias de incremento de estas.
Teniendo eso en cuenta, el gobierno ha hecho saber en su decreto que el Contrato de Licencia (aquel por el cual se estableció la garantía) será modificado mediante una addenda. Así quedará oleado y sacramentado el feliz resultado de las negociaciones.
Con la confirmación de que el gas del Lote 88 quedará íntegramente para uso interno, no solo se da un espaldarazo al gasoducto del sur (que así completa el trillón de pies cúbicos que le faltaba para cubrir sus requerimientos y terminar de convencer a sus inversionistas) y se asegura el abastecimiento para las empresas industriales mencionadas hace un momento, sino que se da pie para la reactivación de otros proyectos, que habían quedado en stand by debido a la desafortunada garantía.
El más importante es el del gasoducto hacia la sierra central del país, que, partiendo de Ayacucho, y luego de pasar por Huancavelica, debía abastecer la gran zona minera de Junín y Pasco, y a industrias tan importantes como la de Cemento Andino, además de llevar los beneficios del gas a los numerosos pueblos del valle del Mantaro.
También podría reactivarse aquel que planeaba abastecer a Chimbote (y su gran siderúrgica) mediante un ducto que partiría del denominado City Gate de Lurín (lugar hasta donde lleva el tubo principal proveniente de Camisea).
Se trata, como vemos, de muy importantes proyectos, a los que valdrá la pena referirse posteriormente con mayor amplitud.
De esa manera, el tema del desarrollo gasífero de nuestro país deja atrás una etapa de incertidumbre y potencial conflicto e ingresa a otra de estabilidad, certezas y deseos de seguir avanzando. La euforia del gobierno es entendible, no solo por haber logrado llevar a buen término un caso espinoso, sino porque a partir de ello se vuelve a encarrilar varios importantes proyectos de desarrollo. Por lo demás, constituye un innegable mérito suyo haber alcanzado el objetivo negociando ponderadamente, y sin haber afectado la indispensable estabilidad jurídica ni la reputación del Perú como país respetuoso de los contratos suscritos.
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