Allí se señala que los principales lineamientos de esta son:
- Una mayor inclusión social: reducción de la pobreza, disminución de la inequidad, generación de igualdad de oportunidades, y mayor presencia y eficacia del Estado en las zonas rurales del país
- Crecimiento con estabilidad
- Mejora de la productividad y competitividad de la economía
- Aumento de la presión tributaria
- Mejora de la calidad del gasto público a través del Presupuesto por Resultados.
Con base en esos lineamientos y objetivos, se establece, para el presente año y los próximos, las previsiones siguientes:
Se puede ver, por ejemplo, que se espera que la inflación retorne este año al rango meta (de entre 1 y 3%), ubicándose en 2.8%, y que luego se mantenga en 2%.
El tipo de cambio promedio seguiría descendiendo. Este año se situaría en 2.67 soles por dólar (actualmente está en 2.684), y en los siguientes tres en 2.64, 2.62 y 2.60.
Los términos de intercambio, muy favorables en los dos últimos años, entrarían a una fase de caída. Este año, ello ocurriría fundamentalmente por la caída de los precios de exportación, pero en el 2014 y 2015 lo harían especialmente por el alza de los precios de lo que importamos. El oro y el zinc se mantendrían en sus precios actuales, pero el cobre disminuiría 10% entre hoy y el 2015.
Esa evolución en el sector externo se explicaría por un desempeño de la economía mundial más lento que el del año 2010, pero similar al del 2011. En la zona del euro, este año habría un retroceso productivo, que en los siguientes años se convertiría en un crecimiento bastante mediocre, que promediaría el 1%.
Afortunadamente, eso sería compensado por el crecimiento chino, que, aunque menor al de los años previos, no bajaría de 8%. Estados Unidos crecería por encima del 2%, y Japón por encima del 1%, en tanto que nuestros principales socios comerciales (con China y Estados Unidos a la cabeza) este año lo harían en 2.8% y los siguientes en aproximadamente 3.3%.
Así, el producto bruto interno (PBI) se expandiría 6% este año y el próximo, y luego aceleraría hasta 6.5%. En términos nominales, en el año 2015 llegaría a US$ 260 mil millones, con lo cual el PBI por habitante alcanzaría los US$ 8,300, cifra superior a la que por entonces registraría Colombia, y en el 2020 superaría a la de Brasil.
Planta de Las Malvinas, en Camisea. Con la inversión privada como protagonista,
la inversión total se acercaría al 30% del PBI en el 2015. (Foto: Andina)
El crecimiento del 2012 ocurriría de la mano de una demanda interna que aumentaría ligeramente por encima del producto, contrarrestando la desaceleración de la demanda externa.
Gracias al incremento esperado en la recaudación, la inversión pública iría en ascenso, llegando a 5.8% del PBI este año (con un significativo aumento de 35.6%) y sobrepasando el 6% en los siguientes.
La inversión privada también crecería notoriamente, desde el 20.1% del PBI este año a 23.3% en el 2015.
Con ello, la inversión total, que en el presente ejercicio llegaría a 25.9% del producto, seguiría en fuerte y sostenido ascenso, alcanzando en el 2015 nada menos que 29.8% del PBI, lo que apuntalaría el potencial de crecimiento de nuestra economía.
Las exportaciones, que este año superarían los US$ 48 mil millones, seguirían creciendo aproximadamente 10% al año, hasta superar los US$ 63 mil millones en el 2015. Las importaciones, por su parte, este año se ubicarían en poco más de US$ 40 mil millones, y, luego de crecer aproximadamente 10% al año, se aproximarían a los US$ 56 mil millones en el 2015. Como consecuencia de ello, la balanza comercial se mantendría fuertemente positiva, aunque disminuiría significativamente respecto del nivel del 2011.
Eso, y los otros flujos del sector externo, llevarían a que la cuenta corriente, que refleja la brecha ahorro-inversión del país, se mantenga negativa durante todo el período, en un nivel de 2.3% del PBI. Para hacerle frente se recurrirá, entre otras fuentes, a financiamiento externo de largo plazo, el cual, sin embargo, no aumentará como porcentaje del PBI, manteniéndose cercano a su 6.2% actual.
Además, el MMM estima un importante crecimiento de la presión tributaria (Recaudación Total/PBI), que, continuando la tendencia fuertemente ascendente que registra desde el 2010, este año alcanzaría el 15.7%, y en el 2015 el 17%.
Ello más una prudente política de gasto permitirían mantener la sólida posición fiscal actual. El superavit económico sería de 1.0% este año y de 1.3% en promedio en los siguientes (con un superavit primario de 2.1% y 2.3%, respectivamente). Así, el resultado económico estructural (el que se calcula al margen del ciclo económico y de las variaciones de precios clave para el presupuesto fiscal), se mantendría totalmente manejable y en descenso, pasando desde el -1.3% de este año a -0.6% en promedio en los siguientes. Esa evolución concuerda con la meta del MEF de hacer menos volátil el resultado fiscal de fondo, tendiendo al equilibrio estructural. Se quiere que sea cada vez menos dependiente de los precios de las materias primas, y que el gasto público reduzca su volatilidad.
La deuda, tanto la externa, como la interna y la total, seguirían reduciendo su peso en relación al PBI. La externa pasaría del 10.4% actual al 7.6%, la interna de 9.2% a 7.3% y la total de 19.6% a 14.9%. El MEF considera que, ante la existencia de elevados precios de exportación, superávit y ahorro fiscal, no tiene sentido elevar el nivel de la deuda, la cual más bien debe descender como porcentaje del PBI, sin incrementarse en términos absolutos.
Esas son las metas y previsiones que nuestro equipo económico se plantea para el mediano plazo, a la luz de los buenos fundamentos existentes, pero también del incierto panorama mundial actual. Ojalá este último no se agrave, para que nuestra economía no encuentre tropiezos, y pueda proseguir en el camino de fuerte crecimiento y mejora que ha venido experimentando.
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