Si bien con posterioridad a esa fecha, y debido a la crisis internacional, nuestro nivel de riesgo inició, al igual que el de todos los países, una vertiginosa carrera ascendente, llegando, el 23 de octubre del 2008, al muy preocupante nivel de 653 pbs, en los últimos meses, felizmente, descendió de manera sostenida, y ahora tenemos a la vista esta magnífica noticia.
Ello ocurre de la mano de los sólidos fundamentos de nuestra economía (elevado crecimiento, superavit fiscal, abundancia de reservas, etc). También acontece, paradójicamente, bajo la gestión de un presidente que, siendo candidato, disparó hacia arriba el indicador, por los temores que generaba su programa económico. Afortunadamente, esas inquietudes quedaron atrás, pues el primer mandatario está llevando a cabo, con la eficaz colaboración de su ministro de economía y su equipo de expertos, una adecuada conducción del país en este trascendental aspecto.
Considerando las enormes ventajas que un bajo riesgo implica en cuanto a las condiciones en que un país puede acceder al crédito internacional (mayor disponibilidad, menores costos y mayores plazos), y la buena imagen que a partir de ello proyecta, la noticia es digna de ser celebrada.
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