miércoles, 11 de septiembre de 2019

La SUNEDU y una Buena Labor que debe Continuar

La SUNEDU, entidad creada por la Ley Universitaria del año 2014, para contribuir a mejorar el bajísimo nivel académico de las universidades de nuestro país, está siendo sometida a intensos ataques.

Como era de esperar, estos provienen principalmente de personajes y grupos económicos y políticos con intereses directos o indirectos en las universidades de cuestionable nivel (en gran medida constituidas con el mero afán de lucrar) que con toda justificación han perdido o corren el riesgo de perder el licenciamiento.

Y como con ello deberán cerrar, no han visto mejor salida que intentar desprestigiar a la entidad y a sus funcionarios.

Lo cierto es que la SUNEDU está cumpliendo una excelente labor, que deberá continuar sin interferencias ni cortapisas hasta alcanzar el objetivo trazado, de que existan condiciones básicas de calidad en ellas. Aún hay muchas universidades que dejan mucho que desear y que por ende deberán seguir el mismo camino que las trece que con toda justificación han sido prohibidas de seguir ejerciendo como tales.

Las que han quedado fuera hasta el momento. Se espera que sean más.

Lógicamente, eso no significará que el nivel de nuestra educación superior dará un inmediato salto hacia arriba. Pero sí implicará haber dado un excelente primer paso en el sentido correcto, como lo demuestra el hecho de que varias de las universidades hoy licenciadas han tenido que efectuar grandes esfuerzos e inversiones para superar las observaciones que la entidad les había señalado. Otra muestra de lo positivo y sano del proceso es que varias universidades consideradas importantes han obtenido una licencia de sólo seis años, que preanuncia una nueva evaluación en ese tiempo bastante corto, para ver si fueron subsanadas las objeciones acerca de las carencias o deficiencias académicas o de otro tipo detectadas en ellas. Son muy pocas las universidades que han satisfecho en alto grado los requerimientos y obtenido plazos más extensos, de ocho o diez años.

A mediados de la siguiente década, cuando comiencen a vencer dichos plazos, habrá llegado la hora de una nueva evaluación, que sin duda será mucho más rigurosa que la actual (pues se partirá de condiciones básicas de calidad muy superiores a las de hoy) y permitirá consolidar las mejoras. Para entonces, ya todos los actores involucrados habrán entendido perfectamente que la educación es una actividad seria y clave en el proceso de desarrollo del país, y por ende habrán empleado todos los años que vienen para lograr la mayor calidad posible.

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