En nuestro país existen dos operadores privados para los numerosos (cerca de veinte) aeropuertos ya concesionados en provincias: Aeropuertos del Perú (AdP) y Aeropuertos Andinos del Perú (AAP).
Y, tal como apreciamos en los gráficos de arriba, referidos a movimiento de pasajeros, carga y número de operaciones en el mes de julio del presente año, el primero de los nombrados es, de lejos, el más grande.
Eso se explica en gran medida porque administra un número mucho mayor de aeropuertos: nada menos que doce, varios de los cuales figuran entre los más importantes. En efecto, tiene en sus manos los de Anta, Cajamarca, Chachapoyas, Chiclayo, Iquitos, Pisco, Piura, Pucallpa, Talara, Tarapoto, Trujillo y Tumbes.
AAP, por su parte, apenas tiene cinco a su cargo: los de Arequipa, Ayacucho, Juliaca, Puerto Maldonado y Tacna.
Gracias a su concesión, y a las importantes inversiones que ese proceso ha supuesto, todos ellos han mejorado notablemente en cuanto a su infraestructura y equipamiento, y a la calidad de su servicio. Así se comprueba en el de Pisco, hoy convertido en internacional, y lo propio se podrá hacer en algún tiempo en el de Chiclayo, donde se contempla una inversión cuantiosa que lo transformará por completo.
Es de esperar que tal beneficio también alcance a los aeropuertos que serán concesionados próximamente: los de Jauja, Huánuco, Ilo, Jaén, Rioja, Yurimaguas, Tingo María y Chimbote.
Lo que hay que mejorar con urgencia en muchas ciudades del Perú, sobre todo en Pisco, son los accesos a los aeropuertos que son deplorables y poco eficientes.
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