martes, 14 de enero de 2020

Tribunal Constitucional: Como Tenía que Ser

Tal como lo esperaba la gran mayoría de los peruanos, hoy el Tribunal Constitucional (TC) votó en contra de la demanda presentada por el ex presidente del Congreso, en la que alegaba que la disolución de dicho poder del Estado en septiembre del año pasado era inconstitucional, por cuanto en los hechos no le había negado la confianza al gabinete Del Solar.

Con ello, avaló la durísima pero muy aplaudida medida del presidente Vizcarra, que además está expresamente prevista en la Constitución.

Inevitablemente, la decisión tenía que ser en ese sentido, no solo por los acontecimientos que motivaron la disolución, sino por las desastrosas consecuencias que habrían sobrevenido si era en el sentido contrario. Felizmente, así lo entendieron cuatro de los siete integrantes del tribunal.

No había otra opción, pues la mayoría fujimorista en el Congreso, que ya había demostrado desde su instalación en el año 2016 su intención de sabotear la labor del Ejecutivo y blindar a personajes acusados de graves delitos, también había dejado clara su voluntad de torpedearlo cuando este, en el marco de la reforma política y judicial que emprendió para luchar contra la gravísima corrupción que había saltado a la luz en múltiples áreas y niveles de la administración pública y del sistema de justicia, planteó un proceso de elección mucho más transparente de los miembros del fundamental TC, y anunció que haría cuestión de confianza del tema, por ser clave en el asunto de fondo.

No obstante, esa mayoría, haciendo caso omiso del planteamiento, continuó con el cuestionable proceso, buscando que el tribunal quedara integrado por magistrados afines a sus intereses.


Y como para que no quedaran dudas de su intransigencia, arbitrariedad y prepotencia, el día de la elección de los miembros le cerró las puertas del hemiciclo al presidente del Consejo de Ministros, para que no interfiriera en el acto ni planteara la cuestión de confianza, pese a que la Constitución lo facultaba a participar en las sesiones del pleno y tomar la palabra cuando así lo considerara necesario.


Pero el premier logró ingresar, dar un notable discurso y plantear la cuestión de confianza. Y como luego el Congreso continuó con la cuestionada elección, dejó claro que rechazaba el pedido. Con ello, gatilló la facultad presidencial, establecida en la Constitución, de disolver el referido poder cuando deniega por segunda vez la confianza.

Esos vergonzosos hechos fueron mencionados hoy por varios de los magistrados del TC, como prueba de la voluntad denegatoria.


Además, el país entero, que desde hace mucho tiempo ya había exigido la disolución a la luz de los indignantes actos de uno de los peores grupos de congresistas de que se haya tenido noticia, la había respaldado masivamente cuando fue anunciada, y ahora se preparaba tranquilamente para elegir a sus reemplazantes. Ello demostraba que la democracia peruana realmente estaba funcionando, corrigiendo aquello que no había mostrado un buen desempeño, pero sin perder en ningún momento su esencia de sistema respetuoso de la ley y la voluntad popular. El TC no podría haber hecho nada contra eso.

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