Hay que remontarse hasta el 2015 para encontrar tasas menores.
El gráfico también muestra la clara desaceleración que ha registrado nuestra economía en ese largo período, habiendo pasado de tasas que superaban el 5% ó 6% entre el 2011 y el 2014 a unas que promedian el 3%, que si bien implican avance, son insuficientes para reducir la pobreza y elevar el bienestar de la población con la rapidez requerida.
Urge recuperar las tasas de entre 4% y 5%, y mantenerlas o incrementarlas. Para ello es necesario, entre otras cosas, reducir el nivel del ruido político que tan terriblemente afectó nuestra economía en los últimos tres años, sacar adelante proyectos mineros fundamentales (como Tía María y otros que nunca debieron haber quedado paralizados) y hacer más eficiente la gestión del Estado, para que la inversión pública fluya con mucho mayor agilidad en sus tres niveles (gobierno nacional y gobiernos regionales y locales). Acerca de este último indicador, es alentador saber que, tras muchos meses de caídas, ha iniciado el año 2020 con un incremento de 75%.
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