Eso dicen las cifras, que señalan un monto de apenas US$ 251 millones, el menor desde el cuarto trimestre del año 2015, y que ha implicado un desplome de 89% frente al de similar período del año pasado. Con ello, el monto arribado en el primer semestre llega a US$ 1,265 millones, siendo menor en 71% al de su período equivalente del 2019.
El pésimo número se explica especialmente por un flujo negativo de US$ 323 millones en el rubro de reinversión de utilidades (aquellas que en lugar de ser repatriadas se destinan a seguir ampliando la capacidad instalada y atender otros requerimientos) y por escasos US$ 41 millones en el de aportes y otras operaciones de capital (dinero fresco que entra a los proyectos o empresas). El rubro de préstamos netos con la matriz (diferencia entre los montos de préstamos recibidos de esta y los devueltos), impidió, con sus US$ 534 millones, una peor situación.
Lo mencionado era previsible, por la forma en que los negocios cerraron y entraron en una fase de incertidumbre en nuestro país (que debido a su parálisis dejó de ofrecer oportunidades para invertir) y en todo el mundo (con los inversionistas adoptando una actitud mucho más cautelosa). Afortunadamente, el tercer trimestre claramente está ofreciendo un panorama interno y externo mucho más auspicioso, y eso se notará en el dato correspondiente.
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