Allí está, partiendo desde la planta de separación de Malvinas (en Camisea), el gasoducto, o, mejor dicho, los dos ductos que corren paralelos, uno transportando gas natural y otro líquidos del gas.
El primero llega a dos puntos. Uno es el denominado City Gate, en Lurín, desde donde abastece a las grandes plantas térmicas allí instaladas (y a diversas industriales) y desde donde también parte la red de distribución urbana de Cálidda que provee de gas a varios cientos de miles de viviendas y a miles de vehículos de la capital.
El otro punto es (ver foto que sigue) la planta de licuefacción de Pampa Melchorita (entre los departamentos de Lima e Ica), donde el gas, tras ser sometido a bajísimas temperaturas para pasarlo al estado líquido, es embarcado en grandes buques metaneros y exportado.
Entre lo construido también está el ducto que desde hace dos años provee al departamento de Ica, el segundo después de Lima que ya tiene parcialmente desplegada una red de distribución domiciliaria.
En cuanto a lo que vendrá, destaca en primer término el gran Gasoducto del Sur, que abastecerá a los departamentos del Cusco, Apurímac, Arequipa y Moquegua, y dará lugar a dos importantes centrales térmicas (en Mollendo e Ilo) y una gran planta petroquímica de etano (para producir polietileno y plásticos).
Además, está en plena preparación el plan de masificación virtual, a ser desarrollado desde el próximo año mediante tres concesiones adjudicadas en julio del 2013: una para la zona norte, otra para la suroeste y la tercera para las ciudades altoandinas. Ellas permitirán que quince ciudades que no cuentan con red de distribución domiciliaria puedan tenerla.
En el caso de las dos primeras concesiones eso será posible mediante camiones que transportarán el gas en estado líquido desde la planta de Pampa Melchorita hasta la estación regasificadora que se construirá en cada ciudad, y desde la cual, ya convertido nuevamente en gas natural seco, será distribuido a las viviendas (así como a los gasocentros y empresas) a través de tuberías.
En el caso de las ciudades altoandinas, los camiones más bien transportarán gas natural comprimido (GNC) desde una planta compresora a ser construida en Ayacucho (hasta donde llegará un ramal de 14 kilómetros del gasoducto principal que va desde Camisea hasta la costa) y otros tres lugares (Kepashiato, Rumichaca, y Tocto). Desde allí, los vehículos transportarán el GNC en módulos metálicos hasta las estaciones de descarga y descompresión instaladas en los pueblos a atender, y desde las cuales se hará la distribución domiciliaria.
Por su parte, a largo plazo se proyecta otros dos gasoductos, ambos al norte. Uno que, partiendo del ducto principal (y después de pasar por Ayacucho, Huancavelica y Huancayo), abastecería a diversas ciudades y centros mineros de la sierra central (como La Oroya y Cerro de Pasco) y se prolongaría hasta la ciudad de Trujillo. El otro, con un recorrido costero que, empezando en el City Gate de Lurín, pasaría por el centro siderúrgico de Chimbote y llegaría hasta Chiclayo, donde se construiría una importante central térmica.
También se prevé un ducto entre Marcona y Mollendo, que aseguraría el abastecimiento para la zona sur en casos de problemas con el gasoducto andino.
Como vemos, nuestra infraestructura gasífera se halla en un proceso de notable expansión. Todo con el objetivo de llevar el vital hidrocarburo, lo más rápido posible, a un mayor número de compatriotas.
Imágenes: OSINERGMIN
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