Valiéndose de un gráfico virtual indicó cómo a inicios del siglo XIX prácticamente todos los países del mundo eran pobres y tenían una muy baja esperanza de vida. No habían mayores diferencias entre ellos.
Los únicos que habían comenzado a dejar atrás esa situación eran Inglaterra, gracias a su revolución industrial de fines del siglo XVIII y algunos otros, como Holanda, que se hallaban siguiendo la misma ruta.
Con el advenimiento del sistema capitalista derivado de ese proceso de profundas mejoras tecnológicas y acumulación de capital, cada vez más países fueron elevando sus niveles de vida, especialmente en Europa y en América del Norte, e inclusive en América Latina. Pero la mayor parte de las colonizadas África y Asia permanecía sin despegar.
Luego, ya en el siglo XX, la Primera Guerra Mundial y la terrible pandemia de la gripe española (cada una matando a decenas de millones de personas) frenaron el proceso. Pero posteriormente, no obstante la gran depresión de fines de los años 20 y la Segunda Guerra Mundial, el proceso de mejora continuó, con Japón y otros países uniéndose al grupo, pero lamentablemente con numerosos países permaneciendo estancados en sus malas condiciones de vida.
Así, en 1948, finalizada la gran guerra, las distancias entre los países se habían hecho más grandes que nunca, con Estados Unidos siendo el líder, Japón acercándosele, Brasil no avanzando lo suficiente, Irán incrementando su riqueza gracias al petróleo pero aún con baja esperanza de vida, y los gigantes de Asia (China, India, Pakistán, Bangladesh e Indonesia) permaneciendo enfermos y pobres en la parte izquierda y baja del gráfico.
Pero luego, en los años 60, el panorama volvió a mejorar grandemente, con las colonias asiáticas y africanas independizándose y haciéndose más y más saludables. Y en los años 70 varios países de Asia y América Latina comenzaron a alcanzar a algunos países occidentales y convirtiéndose en las denominadas economías emergentes. En África, algunos países se sumaron al grupo emergente, pero otros siguieron estancados por guerras civiles, o por crisis como las del SIDA.
De esa manera hemos llegado al mundo de hoy, donde la mayoría de países se ubica en la parte central del gráfico, con aceptables niveles de ingresos y de esperanza de vida. Sin embargo, existe una enorme distancia, mayor que nunca, entre los más pobres y los más ricos.
Y también hay enormes desigualdades al interior de los países. En China, por ejemplo, la gente de Shanghai tiene un nivel de vida similar al de Italia, pero la de Guizhou lo tiene comparable al de Pakistán, y la de su zona rural al de Ghana.
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