Como se sabe, el indicador mide la probabilidad de que un país incumpla el pago de su deuda. Tal evaluación se deriva de su situación y desempeño fiscal, macroeconómico, externo y también político, pues esos factores definen sus perspectivas de captar inversiones, crecer, mejorar sus ingresos y por ende incrementar su capacidad de pago.
Existen diversas herramientas para medirlo, siendo una de las más empleadas el EMBIG (Emerging Market Bond Index Global o Índice Global de Bonos de Mercados Emergentes) o EMBI+. Este toma en cuenta la diferencia de rendimiento entre los bonos en dólares emitidos por el país en evaluación y los del Tesoro de Estados Unidos (considerados los más seguros del mundo). A más diferencia, mayor nivel de riesgo.
Chile, Panamá y el Perú son, al 20 de noviembre, los países más destacados en la materia, gracias a sus sensatas políticas económicas, que les permiten captar inversión, crecer sanamente, mantener finanzas públicas bastante ordenadas y capacidad de hacer frente sin mayor problema a sus obligaciones externas.
Lo de México, en cambio, luce mucho más sombrío, dado que está por tomar el mando un presidente cuya visión heterodoxa ha generado gran inquietud, lo que seguramente se seguirá notando en su riesgo, ya mayor que el de Brasil y muy próximo al de República Dominicana.
En Argentina, la situación es igualmente preocupante, no por la acción de un gobierno heterodoxo, sino de uno que intentó aplicar un programa de ajuste gradualista, cuyos resultados han dejado mucho que desear.
En el penúltimo lugar de la lista se ubica Ecuador, que intenta corregir el rumbo heterodoxo que llevaba, y cierra la lista Venezuela, cuyo catastrófico gobierno tiene al país con un nivel de riesgo trece veces mayor que el promedio latinoamericano, ascendente a 456 puntos.
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