Hace tres años, la inversión extranjera en la refinería de La Pampilla, la más grande del país, parecía estar en peligro.
Es que, ante la situación del mercado petrolero (con un precio desplomado), la empresa española Repsol, dueña de la planta, estaba reevaluando sus operaciones internacionales, y en ese marco de cosas había tomado la decisión de desligarse de dicho activo.
Pero ahora, felizmente, la situación ha cambiado radicalmente, y la empresa, lejos de querer dejar la actividad y el país, más bien se está reafirmando categóricamente en ellos.
Así lo demuestra su más reciente inversión, por US$ 270 millones, que le ha permitido construir una nueva unidad de producción de combustible con bajo contenido de azufre, gracias a la cual ahora ya todas sus gasolinas tienen menos de 50 partes de azufre por millón, tal como también se había hecho desde el año 2016 con el diesel.
Ese logro, aparte de reducir las emisiones de dióxido de azufre y mejorar la calidad del combustible (dando una mayor eficiencia y rendimiento a los motores), hará posible recuperar el azufre en estado sólido (para su posterior empleo en la agricultura o la industria) y también disminuir la necesidad de importar gasolinas de alto octanaje.
Con esa inversión, la empresa completó los US$ 741 millones que tenía previstos para modernizar la refinería, que ahora se ha puesto en una situación mucho más idónea para seguir liderando el mercado nacional.
1ra y 3ra Fotos: Presidencia
2da Foto: Repsol
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