En comparación con el gráfico que publicamos en agosto del año pasado, hay algunas variaciones. La más importante, sin duda, es la de México, que hoy fue degradado un nivel, pasando de la calificación BBB+ que compartía con el Perú y Panamá, a la de BBB. Además, desmejoró su perspectiva, que ha pasado de Estable a Negativa, dejando entrever que, de continuar las malas señales que viene dando desde la llegada al poder del izquierdista López Obrador, la caída podría continuar, poniendo en riesgo el grado de inversión.
La otra variación corresponde a Ecuador, que ayer fue degradado nada menos que tres niveles, del B- al CCC-, y con perspectiva Negativa. Ello ha ocurrido porque se considera que marcha hacia un inevitable default, en medio de un panorama económico que no se pudo corregir debido a las protestas indígenas del año pasado, y que este año ha empeorado por el desplome del petróleo y los graves efectos del COVID-19.
En cuanto a los otros países, Chile continúa como líder, con un rating A+ que lo tiene a solo cuatro casillas del nivel más alto, aunque ya no con el brillo anterior, debido a los inquietantes eventos de octubre del año pasado, que han generado incertidumbre acerca del rumbo económico que seguirá. El Perú, con su BBB+, prosigue en un expectante segundo lugar, junto con Panamá.
El gigante regional, Brasil, se halla bastante más rezagado y por fuera del Grado de Inversión, en tanto que Venezuela cierra la tabla, con un Default Selectivo que implica un virtualmente nulo y carísimo acceso al crédito internacional.
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