Ello permitió aumentar el empleo y los salarios, y consecuentemente reducir la pobreza, ampliar la clase media y generar un círculo virtuoso de progreso, que retroalimentó el proceso y ayudó a convencer a la población acerca de las bondades de esa ruta económica.
Ahora se está volviendo a producir un gran auge exportador, prueba de lo cual es el espectacular monto de US$ 63,106 millones que nuestro país acaba de lograr en el 2021, y que implica una nueva oportunidad para que el PBI y los salarios crezcan significativamente.
Pero no basta con masivas exportaciones. También hay que propiciar la inversión (especialmente la privada, que es mucho mayor que la pública) y el consumo (de lejos, el principal componente del PBI). Eso implica descartar de plano los necios planteamientos de cambio de la Constitución y del modelo económico, para erradicar la incertidumbre y liberar el enorme potencial de crecimiento que posee nuestro país.
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