Gran parte de dicho modesto crecimiento se debió a la aún débil evolución de la demanda externa. Si bien las exportaciones dejaron de caer, crecieron a una tasa bastante modesta, de sólo 2.5% en términos reales. Las tradicionales se expandieron 13.9%, pero las no tradicionales disminuyeron 10.6%.
Afortunadamente, la demanda interna, el gran soporte actual de la actividad productiva, permitió contrarrestar dicha situación.
Pese a que no hubo ninguna cifra de dos dígitos, en agosto el crecimiento fue generalizado, con la sola excepción de la Manufactura.
El mejor desempeño correspondió al sector Financiero y Seguros, que registró una tasa de 8.33%. Le siguió la Minería e Hidrocarburos, que mostró un gran repunte de 7.93%, de la mano del importante incremento tanto de la actividad minera metálica (8.40%) como de la extracción de hidrocarburos (5.92%). También tuvieron un buen desempeño la Construcción (7.71%) y Servicios Prestados a Empresas (7.01%).
La Manufactura sigue transitando un mal año. En agosto retornó al terreno de las caídas, retrocediendo 1.18%, con lo cual acumula un modesto incremento de 1.07% en lo que va del año. La actividad Fabril No Primaria (la más importante dentro del sector) retrocedió 1.72%, cifra que afortunadamente fue parcialmente contrarrestada por la actividad Fabril Primaria, que avanzó 2.31%.
Tal como se aprecia en el cuadro adjunto, en lo que va del año la mayor contribución al crecimiento del PBI la ha efectuado el Comercio, con 0.91 de los 4.91 logrados en total. Le siguen la Construcción (con 0.79 puntos) y Resto de Otros Servicios (con 0.71).
La Manufactura, visiblemente debilitada en su actividad, sólo ha contribuido con 0.15 puntos, en tanto que la Minería e Hidrocarburos, afectada por la coyuntura externa (y pese a su recuperación de agosto), únicamente ha aportado 0.10.
Según lo que muestra el último gráfico, el PBI viene registrando su período de menor dinamismo. La conjunción de la aún inestable e incierta situación externa, y la debilidad de la actividad manufacturera, tienen mucho que ver en ello.
Afortunadamente, las perspectivas dan pie para el optimismo, teniendo en cuenta elementos como la paulatina recuperación de las principales economías, la relativa estabilización e inclusive parcial recuperación de los precios de los metales que se viene observando desde agosto, la fortaleza de la demanda interna, y las cuantiosas inversiones que se viene registrando en todos los sectores. Esos y otros factores sustentan las estimaciones oficiales y de la mayoría de analistas, referidas a tasas de crecimiento de entre 5 y 6% para los últimos meses del año. De suceder así, la cifra final de expansión del producto podría acercarse a una de 5.5%, que, dadas las complejas circunstancias afrontadas por el mundo a lo largo del año, no resultaría nada despreciable.
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