El Perú en el Ranking Latinoamericano: Inflación 2015

La inflación (o elevación de los precios al consumidor) es en la economía el gran termómetro del desajuste entre la oferta y la demanda agregadas, y, cuando se halla en niveles elevados, tiene efectos muy corrosivos, en múltiples aspectos.

Por ejemplo, disminuyendo la capacidad adquisitiva de la población y los incentivos para ahorrar, incrementando los costos internos, afectando el planeamiento empresarial y la competitividad externa. Con su reducción, o por lo menos impidiendo que se eleve, se establece mejores condiciones para la inversión y el crecimiento.

El año pasado ha habido desempeños diversos entre los países de nuestra región, con algunos teniendo éxito en reducir el referido fenómeno, pero con otros afrontando dificultades para hacerlo, e inclusive con unos pocos prácticamente naufragando en el intento. Veamos, con datos provenientes de los bancos centrales e institutos de estadística, la situación al respecto.

Como se aprecia en el cuadro, América Latina aprendió bien la lección de décadas anteriores y hoy la mayoría de sus países registra una inflación bastante moderada.

El menos afectado es Costa Rica, que no sólo no tuvo incremento de precios, sino los vio disminuir levemente. Ello constituyó, además, un gran cambio frente a lo ocurrido el año anterior.

Tras ese país, México, Bolivia y varios centroamericanos exhiben un indicador menor o igual a 3%, lo que habla bien de su manejo macroeconómico.

Más bien son los principales países, grandes exportadores de commodities, los que están más abrumados con el tema. Ello se explica principalmente por el alza del dólar (producida por el endurecimiento de la política monetaria norteamericana, la retracción de las inversiones y flujos crediticios y la disminución de las exportaciones). Tal circunstancia ha provocado el encarecimiento en moneda nacional de los numerosos productos que la región importa, constituyéndose en uno de los principales generadores de la disparada de precios.

El Perú registró una tasa de 4.4%, que excede sobradamente el límite superior de su rango meta (de entre 1 y 3%) y viene forzando al banco central a incrementar su tasa de referencia, como lo acaba de hacer hace escasos días. Afortunadamente, la actividad productiva comienza a dar señales de una recuperación cada vez más acentuada, facilitando al BCR la adopción de una política de ese tipo.

La situación de los países que siguen es más complicada. Colombia ha incrementado considerablemente su tasa frente al año anterior y Uruguay se aproxima a los dos dígitos. Brasil, acogotado por una estanflación, decrece productivamente a la par que se aproxima a una inflación de 11% que casi duplica la del año 2014.

Argentina viene apelando a un dato alternativo, que al cierre del año llegó a 26.9%. El país viene haciendo eso debido a la nula credibilidad de los datos de su instituto estadístico (Indec) bajo el gobierno anterior. Para conocer las cifras verdaderas (no sólo en cuanto a inflación, sino también en lo que atañe a crecimiento, pobreza, etc), habrá que esperar a que concluya la total reestructuración a que está siendo sometido el organismo.

Y por último se tiene a Venezuela. Como lo acaba de reconocer el propio gobierno, el país vive una gravísima situación económica. La producción viene cayendo en picada, en tanto que el dato que aquí nos convoca, la inflación, trepó hasta 180.9%. O sea es, sin discusión alguna, la más grande del mundo. Y ojalá la cifra sea verdadera.

Nota: el texto y el cuadro de este artículo fueron modificados el día 5 de febrero, para incluir el último dato argentino, recién publicado por el Indec, y también el día 3 de abril, para incluir el dato venezolano.