En el evento, Obama hizo una serie de interesantes reflexiones acerca de lo que los jóvenes representan para el futuro de sus respectivos países y de la humanidad. Les recomendó, por ejemplo que "estén orgullosos de su particular identidad, pero también observen lo que tienen en común con la gente que no se parece a uno, o no proviene del mismo lugar. Porque si vemos lo que tenemos en común, entonces seremos capaces de trabajar juntos, y eso será bueno para todos"
También dio un mensaje optimista, recordando las cosas positivas que el mundo ha venido consiguiendo en los últimos tiempos: un porcentaje cada vez menor de personas viviendo en extrema pobreza y uno cada vez mayor de niños (y niñas) yendo a la escuela, avances científicos que están permitiendo la cura de más enfermedades, más gente velando por los derechos humanos, y una tecnología que está haciendo posible una mejor comunicación de la gente y la solución de problemas de una forma antes inimaginable. Uno de los objetivos en ese mundo rápidamente cambiante debe ser, señaló, asegurarse de que nadie quede al margen de ese progreso.
Además, contestó preguntas acerca de lo que fue su paso por la presidencia del país más poderoso del mundo (la que concluirá dentro de muy pocas semanas) y sobre diversos temas de actualidad. Mencionó, por ejemplo, los esfuerzos de su gobierno para luchar contra el fanatismo, el terrorismo, el crimen organizado, y la corrupción, y se refirió a los pasos dados en pro del libre comercio y las energías limpias, y contra el cambio climático. En sus respuestas hizo hincapié en los valores que los mandatarios nunca deben dejar de lado, como la defensa de la democracia, el respeto de las minorías, los derechos de la mujer, la libertad de expresión y otros elementos básicos de las sociedades civilizadas.
Se trató, sin duda, de una reunión muy provechosa, en la que el mandatario, con su tradicional sencillez y simpatía, dejó una excelente impresión entre los numerosos asistentes.
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