Sin embargo, hoy lo hacemos pese a que no ha habido novedad al respecto, sino simplemente una ratificación del rating anterior.
Es que la crisis política que vivió nuestro país en los últimos días (y que acabó con la renuncia de todo el gabinete ministerial), la paralización de varios de los principales proyectos de infraestructura (debido a los escándalos de corrupción originados en gobiernos anteriores), la fuerte desaceleración que viene registrando la economía (con una tasa de crecimiento que en julio no pasó de un modestísimo 1.55%) y los recientes conflictos sociales (como la larguísima huelga magisterial) habían instaurado un ambiente de duda y pesimismo.
Bajo ese sombrío panorama, la calificación crediticia, que tanto nos ha costado llevar bien adentro del grado de inversión (superando a todos los países latinoamericanos, excepto Chile), podía estar en peligro.
Como para que no quedaran dudas al respecto, la agencia Moody's había advertido que los mencionados problemas podrían afectar las inversiones y el potencial de crecimiento de la economía, y con ello incidir negativamente en su evaluación.
Afortunadamente, la presentación del nuevo gabinete, con Mercedes Aráoz a la cabeza, ha provocado una buena impresión y calmado las aguas, a tal punto que la misma Moody's ha señalado que su elección como primera ministra brinda confianza a la inversión.
Y hoy se produjo un hecho que terminó de tranquilizar las cosas, cuando la agencia Fitch ratificó el rating de BBB+ que le había otorgado en octubre del 2013 a nuestra economía, manteniendo asimismo su perspectiva, en el nivel de Estable.
El largo comunicado en que sustenta su decisión se inicia así:
"La solvencia crediticia de Perú se sustenta en su historial de credibilidad, consistencia y flexibilidad en las políticas macroeconómicas, que ha proporcionado estabilidad macroeconómica y financiera. Los sólidos balances fiscales y externos contrarrestan la alta dependencia de los productos básicos del país, la baja base de ingresos del gobierno, la dolarización financiera y las restricciones estructurales en términos de ingreso per cápita, indicadores sociales y calidad institucional."Si en un momento tan difícil las agencias siguen confiando en nuestra fortaleza y nos mantienen el rating, significa que con sólo enmendar los errores (retomando la sensatez política, defendiendo la institucionalidad que sancione adecuadamente, intensificando la eficiencia para reconstruir y restableciendo la confianza para que retorne la inversión) podríamos intentar mejorarlo.
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