Graña y Montero: que Pase lo que Tenga que Pasar

Hace un par de días, la empresa Graña y Montero publicó este sorprendente video, en el cual señala que, consciente de los graves actos de corrupción en que estuvieron involucrados sus principales directivos, llevará a cabo un cambio total en su forma de actuar.


A tal efecto, además de haber pedido perdón y anunciado un cambio de denominación, ha señalado la total desvinculación de dichas personas.

En realidad, para el país es secundario lo que dicha empresa y sus directivos puedan pensar, o estar planeando en el afán de continuar desarrollando sus actividades, luego de una circunstancia tan penosa como la que se conoció en los últimos dos años.

También lo son las estrategias de marketing que puedan desplegarse con tal propósito, y que a veces, lejos de generar sentimientos de respaldo hacia la supuesta nueva actitud y su respectivo acto de contrición, más bien incrementan la exasperación, al interpretarse como meros intentos de capear el temporal y sobrevivir a toda costa.

Lo que realmente le interesa al país es dejar atrás esta negra etapa, pero no de cualquier manera, sino con corrección y dejando claro que extrajo una valiosa lección de ella.

En tal sentido, sus prioridades deben ser obtener hasta el último centavo del resarcimiento económico que le corresponda por los daños y perjuicios que le fueron causados, y lograr que todos los implicados en los referidos hechos terminen, como corresponde a cualquiera que infringe la ley, en manos de la justicia. Será ella, de la mano de las exhaustivas investigaciones que están llevando a cabo una fiscalía y un poder judicial con aires renovados, la que determine la suerte de esta empresa (una de las principales constructoras del país) y de todos sus directivos involucrados, tanto los hoy acusados como aquellos que aún podrían ser señalados como partícipes. Sin el menor privilegio para ninguno y con las penas pertinentes.

No importa demasiado si por tal razón la empresa se descapitaliza gravemente o tiene que pasar totalmente a otras manos. Lo que realmente importa es que el país sea compensado debidamente en lo económico, y que se haga justicia. Además, si llegara a ocurrir esa dramática circunstancia, no habrá sido por culpa de nadie más que de sus malos directivos, que en lugar de abrirse campo actuando y compitiendo lealmente, como corresponde y se exige en una economía liberal como la peruana, optaron por el reprobable camino de crecer con la ayuda de maniobras prohibidas. Con ello no solo le hicieron un grave daño a una empresa que ya había llegado a un nivel muy destacado y podría haber seguido escalando posiciones limpiamente, sino han afectado la imagen de un modelo económico que no tiene absolutamente nada que ver con las tropelías de esta naturaleza, pues más bien promueve la más libre, leal y transparente competencia en el mercado, sin privilegios de ningún tipo para ninguna empresa nacional ni extranjera. Que a Graña y Montero le ocurra lo que en estricta justicia le tenga que ocurrir.