jueves, 13 de febrero de 2020

Nuevo Integrante de Nuestro Patrimonio Cultural

El emblemático edificio de la avenida Abancay, que durante dos décadas fue el más alto del país, y donde durante más de cuatro funcionó el Ministerio de Educación, ha obtenido hoy un merecido reconocimiento.

En efecto, la bella mole de 22 pisos inaugurada el año 1956 ha sido declarada Monumento Integrante del Patrimonio Cultural de la Nación.

Algunas de las razones para la decisión, señaladas en una Resolución Viceministerial publicada hoy, son las siguientes:

Es un testimonio de la arquitectura civil pública del movimiento moderno vinculado a la construcción de grandes edificios del Estado a mediados del siglo XX, en el proceso de renovación urbana del centro histórico de Lima, y en el marco de los acontecimientos políticos y grandes cambios económicos y sociales de la posguerra, que transformaron las estructuras del país.

Posee autenticidad, representada por la pureza e imponencia de su composición volumétrica, elementos que lo convirtieron en un edificio emblemático de la Lima contemporánea y en el más alto en su época.

Refleja la transición de un estilo neoperuano hacia uno de búsqueda de una identidad nacional en la arquitectura moderna.

Tiene valor histórico, pues es una importante obra del reconocido arquitecto Enrique Seoane Ros, exponente de la arquitectura contemporánea en el Perú. Este desarrolla en él un lenguaje que conjuga los preceptos de la arquitectura moderna con la recreación contemporánea de elementos propios de la arquitectura peruana prehispánica, para crear una arquitectura con identidad local. Es también una obra emblemática del gobierno de Manuel Odría.

Tiene valor arquitectónico, tanto en su monumentalidad (que lo convierte en un hito urbano de fácil reconocimiento) como en la pureza de las formas que componen su volumetría y en la presencia de otros fundamentos propios de la arquitectura moderna (su funcionalidad, su planta libre y el lenguaje modulado de su fachada).

En su interior alberga valiosas obras de arte, como los murales de Núñez Ureta, Quizpez Asín, Ugarte Eléspuru, Camino Brent y Springett, y diversos elementos ornamentales.

Tiene valor tecnológico, pues es uno de los pocos edificios de gran altura de la época en que se empleó un sistema constructivo basado parcialmente en elementos estructurales de acero. En él destaca el “muro cortina” curvo de su fachada principal.

Posee valor urbanístico, al ser una edificación que rompió agresivamente con la escala urbana de la zona. Como parte del proceso de renovación urbana del ensanche de la avenida Abancay, surgió como un hito urbano de ingreso al centro histórico. Su ubicación frente a dos anchas avenidas y dos parques hace que no se le perciba fuera de lugar.

En este blog no podemos estar más de acuerdo con estas razones. Este edificio hizo historia, tiene un diseño notable y por su imponencia constituye un hito y un símbolo de la ciudad.

Ojalá una de las primeras medidas derivadas de la declaratoria sea el retiro del gigantesco y antiestético letrero que con pésimo criterio le colocaron en su parte alta y que desentona con su bella fisonomía.

1ra Foto: Andina
2da Foto: Harley Calvert

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