El texto comienza señalando un antiguo chiste, según el cual "el alcalde de Miami debería erigirles monumentos a Fidel Castro, Hugo Chávez y otros dictadores latinoamericanos, cuyas desastrosas políticas desencadenaron estampidas de fugas de capitales hacia la ciudad".
A Cuba y Venezuela se están uniendo países que hasta hace poco más bien representaban, con políticas claramente favorables a la inversión, la antípoda de lo descrito.
Estos son México (gobernado por López Obrador), Colombia (en riesgo de caer en manos de Petro) y el Perú (gobernado por Castillo). Todos aplicando políticas izquierdistas que objetan el modelo de mercado e inquietan a la inversión, que por ello prefiere emigrar. A ellos se suma Chile, hasta hace poco el país ejemplar en la región, que a partir de los actos de violencia de octubre del año 2019 perpetrados por la izquierda radical dio un giro político y económico.
Con las políticas que vienen desarrollando actualmente, o las que amenazan implantar, estos últimos países están desplazando, según Oppenheimer, a Venezuela, Brasil y Argentina y convirtiéndose para Miami en las nuevas grandes fuentes de capital.
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