Nuestro banco central, como los otros de su tipo, efectúa su manejo monetario procurando delicados equilibrios en materia de precios, crecimiento de la producción y movimiento de capitales en el sector externo.
Con ello evita, por ejemplo, que un nivel demasiado bajo de la tasa de referencia genere presiones inflacionarias, que uno demasiado alto restrinja excesivamente el crédito, o que una alza o baja propicie bruscas entradas o salidas de capitales especulativos (de corto plazo).
Luego, a través de los créditos de corto plazo que otorga a las entidades financieras, induce a que el costo del dinero se acerque al nivel señalado.
Si bien es deseable mantener sin variaciones la tasa, para que los agentes económicos tengan una señal clara de estabilidad en materia del costo del dinero, en ocasiones se hace imperativo modificarla ligeramente, con el fin de contribuir a que la economía enfrente con éxito situaciones adversas. Así, cuando esta muestra indicios de enfriamiento, el banco central suele reducir la tasa, en tanto que cuando muestra signos de recalentamiento (reflejados en una creciente inflación), más bien la incrementa.
En los años 2020 y 2021 la economía, muy golpeada por los efectos de la pandemia, requirió el mayor apoyo posible de la política monetaria, que con tasas fuertemente expansivas le ayudó a recuperarse.
Luego, a través de los créditos de corto plazo que otorga a las entidades financieras, induce a que el costo del dinero se acerque al nivel señalado.
Si bien es deseable mantener sin variaciones la tasa, para que los agentes económicos tengan una señal clara de estabilidad en materia del costo del dinero, en ocasiones se hace imperativo modificarla ligeramente, con el fin de contribuir a que la economía enfrente con éxito situaciones adversas. Así, cuando esta muestra indicios de enfriamiento, el banco central suele reducir la tasa, en tanto que cuando muestra signos de recalentamiento (reflejados en una creciente inflación), más bien la incrementa.
Sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente, pues el mayor problema ya no es el freno productivo, sino la inflación, que (completamente salida del rango meta) en abril se ha acercado al 9% en términos anuales. El fenómeno, que hasta hace un tiempo se explicaba básicamente por el alza internacional de los precios de muchos productos que importamos, como por la subida del tipo de cambio (debido en alto grado a factores internacionales, pero también a la incertidumbre que ha generado y continúa generando internamente el actual gobierno), ahora se explica principalmente por las sanciones impuestas a Rusia (gran productor de petróleo, alimentos y fertilizantes) debido a su brutal invasión a Ucrania. Con esa inflación, que en abril ha sido altísima en muchos países, era inevitable que el BCR volviera a elevar su tasa.
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