Nuestro banco central, como los otros de su tipo, efectúa su manejo monetario procurando delicados equilibrios en cuanto a precios, actividad productiva y movimiento de capitales en el sector externo.
Luego, a través de los créditos de corto plazo que otorga a las entidades financieras, induce a que el costo del dinero se acerque al nivel señalado.
Si bien es deseable mantener sin variaciones la tasa, para que los agentes económicos tengan una señal clara de estabilidad en materia del costo del dinero, en ocasiones se hace imperativo modificarla ligeramente, con el fin de contribuir a que la economía enfrente con éxito situaciones adversas. Así, cuando esta muestra indicios de enfriamiento, el banco central suele reducir la tasa, en tanto que cuando muestra signos de recalentamiento (reflejados en una creciente inflación), más bien la incrementa.
En el Perú la anual, pese a su reducción en la mayoría de los últimos cinco meses, sigue muy por encima del rango meta (la de Lima es de 8.45% y la nacional de 8.64%), lo que obliga al BCR a seguir tomando medidas como la aquí comentada, aunque felizmente con alzas más moderadas que las de un tiempo atrás.
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