Eso ocurrirá especialmente por el retroceso de la inversión minera, que este año caería 6.0%, y en el próximo lo haría mucho más, en 16.6%. La mala racha continuaría con otra gran caída en el 2024, debido a que no se ve ningún proyecto importante en el horizonte.
Sin duda, en ello tiene mucho que ver la situación internacional de tensión e incertidumbre, que ha ralentizado las inversiones, pero también el ambiente de inquietud e inestabilidad instalado en nuestro país en los últimos años, especialmente en el gobierno del felizmente ya vacado Castillo, que con sus necias insinuaciones acerca de cambio de las reglas de juego y de la Constitución creó un ambiente nada alentador para la llegada de esos fundamentales flujos externos.
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