Déficit Fiscal: Solo con Seriedad Seguirá Bajando

Como indica este gráfico, el Perú había cerrado el 2019 con un déficit fiscal de 1.6% del PBI, bajo y manejable como el de los años previos. 

El modelo económico de libertades y apertura al mundo, que también preconiza la seriedad fiscal, estaba mostrando uno de sus atributos.

Luego, en el 2020, llegó la terrible pandemia, que obligó a emplear una enorme cantidad de recursos públicos, para socorrer a los agentes económicos de todo tamaño, evitar que se rompiera la cadena de pagos y se produjera una peligrosísima quiebra del sistema financiero.

Por efecto de ello, el déficit se elevó hasta un nivel insólito para los estándares peruanos, equiparable al que registran corrientemente varios países latinoamericanos irresponsables en el tema, que por ello padecen elevada inflación, pesada carga de la deuda o preocupante pérdida de reservas.

Pero había que confiar en los fundamentos peruanos, que a lo largo de tres décadas habían permitido aprovechar bien las épocas de bonanza internacional y lidiar adecuadamente con aquellas no tan buenas. Y esos fundamentos están respondiendo una vez más. Así lo demuestra la notable reducción que ha tenido el déficit anual hasta julio (último mes del anterior gobierno), cerrando en 6.0%. 

Las proyección apunta a que se cerrará el año con un nivel negativo de 4.7%, en una secuencia de mejora acorde con lo que suele hacer el modelo que rige desde los años 90, que al propiciar la inversión hace crecer la actividad productiva y con ella la recaudación fiscal. Eso permitiría que en el 2023 ya prácticamente se haya logrado la normalidad, la cual sería plenamente alcanzada en el 2024.

Pero, claro, todo dependerá de que se despeje por completo el sombrío panorama actual, dejando de lado planteamientos absurdos, como los del cambio de la Constitución y del modelo económico, o aquellos referidos a gastos demagógicos e irresponsables. Si no se desvía el rumbo, la economía seguirá recuperándose rápidamente, como siempre ha sabido hacerlo luego de trances difíciles. Y si además de eso se deja totalmente de lado las insensateces estatistas, controlistas y proteccionistas, y más bien se apuesta decididamente por seguir atrayendo la inversión privada, se podrá volver al crecimiento elevado, ese que nos permitió bajar considerablemente la pobreza en las últimas dos décadas.