Queda claro, pues, que la política gasífera del referido personaje no aportó a la prosperidad futura. Simplemente fue una herramienta para la demagogia en el marco de un proyecto político autoritario.
Como consecuencia de esa desastrosa nacionalización, que les quitó la propiedad a las empresas privadas para dejarlas como simples operadoras mientras le dio el control total a la empresa estatal, Bolivia dejó de hacer exploración, limitándose a extraer lo ya descubierto.
Por eso sus reservas probadas están en imparable declive, su producción se está yendo a pique y ha comenzado a incumplir contratos con los dos grandes mercados (Brasil y Argentina) que tenía a la mano para monetizar su recurso (a un excelente precio de venta gracias a la cercanía). Por eso está pagando millonarias multas por incumplimiento de contrato y firmando adendas para reducir los volúmenes de ventas. El país que antes de la nacionalización exportaba 30 millones de metros cúbicos diarios hoy solo exporta 20 y en el 2025 apenas exportaría 4 ó 5, en un proceso que en diez o doce años muy probablemente termine en nula exportación e inclusive en importación. Como dice el ex ministro, "la nacionalización ha sido pan para hoy y pobreza para mañana".
Y la cosa no queda allí. Debido al despropósito perpetrado en el tema del gas, que destruyó la confianza de la gran inversión extranjera, también han quedado muy dañados otros sectores. Según el funcionario, esa es la razón por la cual no llegan capitales para explotar el litio, pese a la abundancia del metal.
"El modelo del crecimiento peruano es mucho mejor que el venezolano y el boliviano" dice Ríos, y este blog respalda totalmente su opinión. Siempre es mucho mejor un modelo en el que la gran protagonista es la dinámica e inagotable inversión privada.
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